Quién iba a prever que el amor, ese informal se dedicara a ellos tan formales
mientras almorzaban por primera vez ella muy lenta y él no tanto y hablaban con sospechosa objetividad de grandes temas en dos volúmenes su sonrisa, la de ella, era como un augurio o una fábula su mirada, la de él, tomaba nota de cómo eran sus ojos, los de ella, pero sus palabras, las de él, no se enteraban de esa dulce encuesta
como siempre o como casi siempre la política condujo a la cultura así que por la noche concurrieron al teatro sin tocarse una uña o un ojal ni siquiera una hebilla o una manga y como a la salida hacía bastante frío y ella no tenía medias sólo sandalias por las que asomaban unos dedos muy blancos e indefensos fue preciso meterse en un boliche
y ya que el mozo demoraba tanto ellos optaron por la confidencia extra seca y sin hielo por favor cuando llegaron a su casa, la de ella, ya el frío estaba en sus labios ,los de él, de modo que ella fábula y augurio le dio refugio y café instantáneos
una hora apenas de biografía y nostalgias hasta que al fin sobrevino un silencio como se sabe en estos casos es bravo decir algo que realmente no sobre
él probó sólo falta que me quede a dormir y ella probó por qué no te quedas y él no me lo digas dos veces y ella bueno por qué no te quedas de manera que él se quedó en principio a besar sin usura sus pies fríos, los de ella, después ella besó sus labios, los de él, que a esa altura ya no estaban tan fríos y sucesivamente así mientras los grandes temas dormían el sueño que ellos no durmieron.
Mario Benedetti (Paso de los Toros, Uruguay, 1920-Montevideo, 2009). Se educó en un colegio alemán y se ganó la vida como taquígrafo, vendedor, cajero, contable, funcionario público y periodista. Autor de novelas, relatos, poesía, teatro y crítica literaria, publicó más de cincuenta libros y ha sido traducido a veintitrés idiomas. Fue galardonado con, entre otros, el Premio Reina Sofía de Poesía 1999 y el Premio Iberoamericano José Martí 2000.
La verdad es que grietas no faltan así al pasar recuerdo las que separan a zurdos y diestros a pequineses y moscovitas a présbites y miopes a gendarmes y prostitutas a optimistas y abstemios a sacerdortes y aduaneros
Si cuarenta mil niños sucumben diariamente en el purgatorio del hambre y de la sed si la tortura de los pobres cuerpos envilece una a una a las almas y si el poder se ufana de sus cuarentenas o si los pobres de solemnidad
Una mujer desnuda y en lo oscuro tiene una claridad que nos alumbra de modo que si ocurre un desconsuelo un apagón o una noche sin luna es conveniente y hasta imprescindible tener a mano una mujer desnuda.