Gansos salvajes, de Mary Oliver | Poema

    Poema en español
    Gansos salvajes

    No tienes que ser buena. 
    No tienes que atravesar el desierto 
    de rodillas, arrepintiéndote. 
    Solo tienes que dejar que ese delicado animal 
    que es tu cuerpo ame lo que ama. 
    Cuéntame tu desesperación y te contaré la mía. 
    Mientras tanto, el mundo sigue. 
    Mientras tanto, el sol y los guijarros cristalinos 
    de la lluvia avanzan por los paisajes, 
    las praderas y los árboles frondosos, las montañas y los ríos. 
    Mientras tanto, los gansos salvajes, que vuelan alto 
    en el aire azul y puro, 
    vuelven nuevamente a casa. 
    Seas quien seas, por muy sola que te sientas 
    el mundo se ofrece a tu imaginación, 
    y te llama, como los gansos salvajes, chillando con excitación 
    anunciando una y otra vez 
    tu lugar en la familia de las cosas. 

    • ¿Quién creó al mundo? 
      ¿Quién hizo al cisne, y al oso negro? 
      ¿Quién dio forma al saltamontes? 
      Me refiero a este saltamontes, 
      el que acaba de saltar en la hierba, 
      el que ahora come azúcar de mi mano, 

    • No tienes que ser buena. 
      No tienes que atravesar el desierto 
      de rodillas, arrepintiéndote. 
      Solo tienes que dejar que ese delicado animal 
      que es tu cuerpo ame lo que ama. 
      Cuéntame tu desesperación y te contaré la mía. 
      Mientras tanto, el mundo sigue. 

    • Un día por fin supiste 
      lo que tenías que hacer, y lo empezaste, 
      aunque a tu alrededor algunas voces 
      insistían en gritar 
      malos consejos... 
      aunque toda la casa 
      se puso a temblar 
      y sentiste el viejo tirón 
      en los tobillos.