No tienes que ser buena. No tienes que atravesar el desierto de rodillas, arrepintiéndote. Solo tienes que dejar que ese delicado animal que es tu cuerpo ame lo que ama. Cuéntame tu desesperación y te contaré la mía. Mientras tanto, el mundo sigue. Mientras tanto, el sol y los guijarros cristalinos de la lluvia avanzan por los paisajes, las praderas y los árboles frondosos, las montañas y los ríos. Mientras tanto, los gansos salvajes, que vuelan alto en el aire azul y puro, vuelven nuevamente a casa. Seas quien seas, por muy sola que te sientas el mundo se ofrece a tu imaginación, y te llama, como los gansos salvajes, chillando con excitación anunciando una y otra vez tu lugar en la familia de las cosas.
¿Quién creó al mundo? ¿Quién hizo al cisne, y al oso negro? ¿Quién dio forma al saltamontes? Me refiero a este saltamontes, el que acaba de saltar en la hierba, el que ahora come azúcar de mi mano,
No tienes que ser buena. No tienes que atravesar el desierto de rodillas, arrepintiéndote. Solo tienes que dejar que ese delicado animal que es tu cuerpo ame lo que ama. Cuéntame tu desesperación y te contaré la mía. Mientras tanto, el mundo sigue.
Un día por fin supiste lo que tenías que hacer, y lo empezaste, aunque a tu alrededor algunas voces insistían en gritar malos consejos... aunque toda la casa se puso a temblar y sentiste el viejo tirón en los tobillos.