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Junto al río transparente que el astro rubio colora y riza el aura naciente llora Leda la pastora.
De amarga hiel es su llanto. ¿Qué llora la pastorcilla? ¿Qué pena, qué gran quebranto puso blanca su mejilla?
¡Su pastor la ha abandonado! A la ciudad se marchó y solita la dejó a la vera del ganado.
¡Ya no comparte su choza ni amamanta su cordero! ¡Ya no le dice: “Te quiero”, y llora y llora la moza!
***
Decía que me quería tu boca de fuego llena. ¡Mentira! –dice con pena– ¡ay! ¿por qué me lo decía?
Yo que ciega te creí, yo que abandoné mi tierra para seguirte a tu sierra ¡me veo dejada de ti!…
Junto al río transparente que la noche va sombreando y riza el aura de Oriente, sigue la infeliz llorando.
***
Ya la tierna y blanca flor no camina hacia la choza cuando el sol la sierra roza al lado de su pastor.
Ahora va sola al barranco y al llano y regresa sola, marcha y vuelve triste y bola tras de su rebaño blanco.
¿Por qué, pastor descastado, abandonas tu pastora que sin ti llora y más llora a la vera del ganado?
***
La noche viene corriendo el azul cielo enlutando: el río sigue pasando y la pastora gimiendo.
Mas cobra su antiguo brío, y hermosamente serena, sepulta su negra pena entre las aguas del río.
………………
Reina un silencio sagrado… ¡Ya no llora la pastora! ¡Después parece que llora llamándola, su ganado!