Primero de enero, de Octavio Paz | Poema

    Poema en español
    Primero de enero

    Las puertas del año se abren, 
    como las del lenguaje, 
    hacia lo desconocido. 
    Anoche me dijiste: 
    mañana 
    habrá que trazar unos signos, 
    dibujar un paisaje, tejer una trama 
    sobre la doble página 
    del papel y del día. 
    Mañana habrá que inventar, 
    de nuevo, 
    la realidad de este mundo. 

    Ya tarde abrí los ojos. 
    Por el segundo de un segundo 
    sentí lo que el azteca, 
    acechando 
    desde el peñón del promontorio, 
    por las rendijas de los horizontes, 
    el incierto regreso del tiempo. 

    No, el año había regresado. 
    Llenaba todo el cuarto 
    y casi lo palpaban mis miradas. 
    El tiempo, sin nuestra ayuda, 
    había puesto, 
    en un orden idéntico al de ayer, 
    casas en la calle vacía, 
    nieve sobre las casas, 
    silencio sobre la nieve. 

    Tú estabas a mi lado, 
    aún dormida. 
    El día te había inventado 
    pero tú no aceptabas todavía 
    tu invención en este día. 
    Quizá tampoco la mía. 
    Tú estabas en otro día. 

    Estabas a mi lado 
    y yo te veía, como nieve, 
    dormida entre las apariencias. 
    El tiempo sin nuestra ayuda, 
    inventa casas, calles, árboles, 
    mujeres dormidas. 

    Cuando abras los ojos 
    caminaremos, de nuevo, 
    entre las horas y sus invenciones 
    y al demorarnos en las apariencias 
    daremos fe del tiempo y sus conjugaciones. 
    Abriremos las puertas de este día, 
    entraremos en lo desconocido.

    Octavio Paz (1914-1998), poeta, ensayista, traductor, dramaturgo y cuentista mexicano, fue diplomático y profesor en universidades europeas y norteamericanas. En 1963 fue distinguido con el Gran Premio Internacional de Poesía, y después con el Premio Cervantes 1981 y el Premio Nobel de Literatura 1990. Desde 1977, hasta su muerte, dirigió la revista Vuelta (Premio Príncipe de Asturias 1992). Publicó, entre otros numerosos libros, los de poesía Libertad bajo palabra, Salamandra, Ladera este, Árbol adentro, así como los ensayos El laberinto de la soledad, El arco y la lira, Puertas al campo, Corriente alterna, Cuadrivio, Los hijos del limo o El ogro filantrópico, y el monumental estudio Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, por citar algunos. 

    • Entre la tarde que se obstina 
      y la noche que se acumula 
      hay la mirada de una niña. 

      Deja el cuaderno y la escritura, 
      todo su ser dos ojos fijos. 
      En la pared la luz se anula. 

    • Las puertas del año se abren, 
      como las del lenguaje, 
      hacia lo desconocido. 
      Anoche me dijiste: 
      mañana 
      habrá que trazar unos signos, 
      dibujar un paisaje, tejer una trama 
      sobre la doble página 
      del papel y del día. 
      Mañana habrá que inventar, 

    • Ruidos confusos, claridad incierta. 
      Otro día comienza. 
      Es un cuarto en penumbra 
      y dos cuerpos tendidos. 
      En mi frente me pierdo 
      por un llano sin nadie. 
      Ya las horas afilan sus navajas. 
      Pero a mi lado tú respiras; 
      entrañable y remota 

    • Dos cuerpos frente a frente 
      son a veces dos olas 
      y la noche es océano. 

      Dos cuerpos frente a frente 
      son a veces dos piedras 
      y la noche desierto. 

      Dos cuerpos frente a frente 
      son a veces raíces 
      en la noche enlazadas. 

    • el comienzo 
                      el cimiento 
      la simiente 
                          latente 
      la palabra en la punta de la lengua 
      inaudita                        inaudible 
                      impar 
      grávida                                nula