El hombre invisible, de Pablo Neruda | Poema

    Poema en español
    El hombre invisible

    Yo me río, 
    me sonrío 
    de los viejos poetas, 
    yo adoro toda 
    la poesía escrita, 
    todo el rocío, 
    luna, diamante, gota 
    de plata sumergida, 
    que fue mi antiguo hermano, 
    agregando a la rosa, pero 
    me sonrío, 
    siempre dicen 'yo,' 
    a cada paso 
    les sucede algo, 
    es siempre 'yo,' 
    por las calles 
    sólo ellos andan 
    o la dulce que aman, 
    nadie más, 
    no pasan pescadores, 
    ni libreros, 
    no pasan albañiles, 
    nadie se cae 
    de un andamio, 
    nadie sufre, 
    nadie ama, 
    sólo mi pobre hermano, 
    el poeta, 
    a él le pasan 
    todas las cosas 
    y a su dulce querida, 
    nadie vive 
    sino él solo, 
    nadie llora de hambre 
    o de ira, 
    nadie sufre em sus versos 
    porque no puede 
    pagar el alquiler, 
    a nadie en poesía 
    echan a la calle 
    con camas y con sillas 
    y en las fábricas 
    tampoco pasa nada, 
    no pasa nada, 
    se hacen paraguas, copas, 
    armas, locomotoras, 
    se extraen minerales 
    rascando el infierno, 
    hay huelgas, 
    vienen soldados, 
    disparan, 
    disparan contra el pueblo, 
    es decir, 
    contra la poesía, 
    y mi hermano 
    el poeta 
    estaba enamorado, 
    o sufría 
    porque sus sentimientos 
    son marinos, 
    ama los puertos 
    remotos, por sus nombres, 
    y escribe sobre océanos 
    que no conoce, 
    junto a la vida, repleta 
    como el maíz de granos, 
    él pasa sin saber 
    desgranarla, 
    él sube y baja 
    sin tocar la tierra, 
    o a veces 
    se siente profundísimo 
    y tenebroso 
    él es tan grande 
    que no cabe en sí mismo, 
    se enreda y desenreda, 
    se declara maldito, 
    lleva con gran dificultad la cruz 
    de las tinieblas, 
    piensa que es diferente 
    a todo el mundo, 
    todos los días come pan 
    pero no ha visto nunca 
    un panadero 
    ni ha entrado a un sindicato 
    de panificadores, 
    y así mi pobre hermano 
    se hace oscuro, 
    se tuerce y se retuerce 
    y se halla 
    interesante, 
    interesante, 
    ésta es la palavra, 
    yo no soy superior 
    a mi hermano 
    pero sonrío, 
    porque voi por las calles 
    y sólo yo no existo, 
    la vida corre 
    como todos los ríos, 
    yo soy el único 
    invisible, 
    no hay misteriosas sombras, 
    no hay tinieblas, 
    todo el mundo me habla, 
    me quierem contar cosas, 
    me hablan de sus parientes, 
    de sus miserias 
    y de sus alegrías, 
    todos pasan y todos 
    me dicen algo, 
    y cuántas cosas hacen! 
    cortan maderas, 
    suben hilos eléctricos, 
    amasan hasta tarde en la noche 
    el pan de cada día, 
    con una lanza de hierro 
    perforan las entrañas 
    de la tierra 
    y converten el hierro 
    en cerraduras, 
    suben al cielo y llevan, 
    cartas, sollozos, besos, 
    en cada puerta 
    hay alguien, 
    nace alguno, 
    o me espera la que amo, 
    y yo paso y las cosas 
    mi piden que las cante, 
    yo no tengo tiempo, 
    debo pensar en todo, 
    debo volver a la casa, 
    pasar al Partido, 
    qué puedo hacer, 
    todo me pide 
    que hable, 
    todo me pide 
    que cante y cante siempre, 
    todo está lleno 
    de sueños y sonidos, 
    la vida es una caja 
    llena de cantos, se abre 
    y vuela y viene 
    una bandada 
    de pájaros 
    que quieren contarme algo 
    descansando en mis hombros, 
    la vida es una lucha 
    como un río que avanza 
    y los hombres 
    quieren decirme, 
    decirte, 
    por qué luchan, 
    si mueren, 
    por qué mueren, 
    y yo paso y no tengo 
    tiempo para tantas vidas, 
    yo quiero 
    que todos vivan 
    en mi vida 
    y cante en mi canto, 
    yo no tengo importancia, 
    no tengo tiempo, 
    para mis asuntos, 
    de noche y de día 
    debo anotar lo que pasa, 
    y no olvidar a nadie. 
    Es verdad que de pronto 
    me fatigo 
    y miro las estrellas, 
    me tiendo en el pasto, pasa 
    un insecto color de violín, 
    pongo el brazo 
    sobre un pequeño seno 
    o bajo la cintura 
    de la dulce que amo, 
    y miro el terciopelo duro 
    de la noche que tiembla 
    con sus constelaciones congeladas, 
    entonces 
    siento subir a mi alma 
    la ola de los misterios, 
    la infancia, 
    el llanto en los rincones, 
    la adolescencia triste, 
    y mi sueño, 
    y duermo 
    como un manzano, 
    me quedo dormido 
    de inmediato 
    con las estrellas o sin las estrellas, 
    com mi amor o sin ella, 
    y cuando me levanto 
    se fue la noche, 
    la calle ha despertado antes que yo, 
    a su trabajo 
    van las muchachas pobres, 
    los pescadors vuelven 
    del océano, 
    los mineros 
    van con zapatos nuevos 
    entrando en la mina, 
    todo vive, 
    todos pasan, 
    andan apresurados, 
    y yo tengo apenas tiempo 
    para vestirme, 
    yo tengo que correr: 
    ninguno puede 
    pasar sin que yo sepa 
    adónde va, qué cosa 
    le ha sucedido. 
    No puedo sin la vida vivir, 
    sin el hombre ser hombre 
    y corro y veo y oigo 
    y canto, 
    las estrellas no tienen 
    nada que ver conmigo, 
    la soledad no tiene 
    flor ni fruto. 
    Dadme para mi vida 
    todas las vidas, 
    dadme todo el dolor 
    de todo el mundo, 
    yo voy a transformarlo 
    en esperanza. Dadme 
    Todas las alegrías, 
    aun las más secretas, 
    porque si así no fuera, 
    cómo van a saberse? 
    Yo tengo que cantarlas, 
    dadme las luchas 
    de cada día 
    porque ellas son mi canto, 
    y así andaremos juntos, 
    codo a codo, 
    todos los hombres, 
    mi canto los reúne: 
    el canto del hombre invisible 
    que canta con todos los hombres.

    Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto nació en Parral, Chile, el 12 de julio de 1904 conocido por el seudónimo y, más tarde, el nombre legal de Pablo Neruda, fue un poeta chileno, considerado uno de los mayores y más influyentes de su siglo, siendo llamado por el novelista Gabriel García Márquez «el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma». Entre sus múltiples reconocimientos destaca el Premio Nobel de Literatura en 1971. En 1917, publica su primer artículo en el diario La Mañana de Temuco, con el título de Entusiasmo y perseverancia. En esta ciudad escribió gran parte de los trabajos, que pasarían a integrar su primer libro de poemas: Crepusculario. En 1924 publica su famoso Veinte poemas de amor y una canción desesperada, en el que todavía se nota una influencia del modernismo. En 1927, comienza su larga carrera diplomática en Rangún, Birmania. Será luego cónsul en Sri Lanka, Java, Singapur, Buenos Aires, Barcelona y Madrid. En sus múltiples viajes conoce en Buenos Aires a Federico García Lorca y en Barcelona a Rafael Alberti. Pregona su concepción poética de entonces, la que llamó «poesía impura», y experimenta el poderoso y liberador influjo del Surrealismo. En 1935, aparece la edición madrileña de Residencia en la tierra.