A la sombra de los laureles
Melisanda se está muriendo.
Se morirá su cuerpo leve.
Enterrarán su dulce cuerpo.
Juntarán sus manos de nieve.
Dejarán sus ojos abiertos
para que alumbren a Pelleas
hasta después que se haya muerto.
A la sombra de los laureles
Melisanda muere en silencio.
Por ella llorará la fuente
un llanto trémulo y eterno.
Por ella orarán los cipreses
arrodillados bajo el viento.
Habrá galope de corceles,
lunarios ladridos de perros.
A la sombra de los laureles
Melisanda se está muriendo.
Por ella el sol en el castillo
se apagará como un enfermo.
Por ella morirá Pelleas
cuando la lleven al entierro.
Por ella vagará de noche,
moribundo por los senderos.
Por ella pisará las rosas,
perseguirá las mariposas
y dormirá en los cementerios.
Por ella, por ella, por ella
Pelleas, el príncipe, ha muerto.