Amor, hagamos cuentas. 
A mi edad 
no es posible 
engañar o engañarnos. 
Fui ladrón de caminos, 
tal vez, 
no me arrepiento. 
Un minuto profundo, 
una magnolia rota 
por mis dientes 
y la luz de la luna 
celestina. 
Muy bien, pero, el balance? 
La soledad mantuvo 
su red entretejida 
de fríos jazmineros 
y entonces 
la que llegó a mis brazos 
fue la reina rosada 
de las islas. 
Amor, 
con una gota, 
aunque caiga 
durante toda y toda 
la nocturna 
primavera 
no se forma el océano 
y me quedé desnudo, 
solitario, esperando. 
Pero, he aquí que aquella 
que pasó por mis brazos 
como una ola 
aquella 
que sólo fue un sabor 
de fruta vespertina, 
de pronto 
parpadeó como estrella, 
ardió como paloma 
y la encontré en mi piel 
desenlazándose 
como la cabellera de una hoguera. 
Amor, desde aquel día 
todo fue más sencillo. 
Obedecí las órdenes 
que mi olvidado corazón me daba 
y apreté su cintura 
y reclamé su boca 
con todo el poderío 
de mis besos, 
como un rey que arrebata 
con un ejército desesperado 
una pequeña torre donde crece 
la azucena salvaje de su infancia. 
Por eso, Amor, yo creo 
que enmarañado y duro 
puede ser tu camino, 
pero que vuelves 
de tu cacería 
y cuando enciendes 
otra vez el fuego, 
como el pan en la mesa, 
así, con sencillez, 
debe estar lo que amamos. 
Amor, eso me diste. 
Cuando por vez primera 
ella llegó a mis brazos 
pasó como las aguas 
en una despeñada primavera. 
Hoy 
la recojo. 
Son angostas mis manos pequeñas 
las cuencas de mis ojos 
para que ellas reciban 
su tesoro, 
la cascada 
de interminable luz, el hilo de oro, 
el pan de su fragancia 
que son sencillamente, Amor, mi vida.
Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto nació en Parral, Chile, el 12 de julio de 1904 conocido por el seudónimo y, más tarde, el nombre legal de Pablo Neruda, fue un poeta chileno, considerado uno de los mayores y más influyentes de su siglo, siendo llamado por el novelista Gabriel García Márquez «el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma». Entre sus múltiples reconocimientos destaca el Premio Nobel de Literatura en 1971. En 1917, publica su primer artículo en el diario La Mañana de Temuco, con el título de Entusiasmo y perseverancia. En esta ciudad escribió gran parte de los trabajos, que pasarían a integrar su primer libro de poemas: Crepusculario. En 1924 publica su famoso Veinte poemas de amor y una canción desesperada, en el que todavía se nota una influencia del modernismo. En 1927, comienza su larga carrera diplomática en Rangún, Birmania. Será luego cónsul en Sri Lanka, Java, Singapur, Buenos Aires, Barcelona y Madrid. En sus múltiples viajes conoce en Buenos Aires a Federico García Lorca y en Barcelona a Rafael Alberti. Pregona su concepción poética de entonces, la que llamó «poesía impura», y experimenta el poderoso y liberador influjo del Surrealismo. En 1935, aparece la edición madrileña de Residencia en la tierra.