Poema 16. En mi cielo al crepúsculo eres como una nube, de Pablo Neruda | Poema

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    Poema 16. En mi cielo al crepúsculo eres como una nube

    (Paráfrasis a R. Tagore) 

    En mi cielo al crepúsculo eres como una nube 
    y tu color y forma son como yo los quiero. 
    Eres mía, eres mía, mujer de labios dulces, 
    y viven en tu vida mis infinitos sueños. 

    La lámpara de mi alma te sonrosa los pies, 
    el agrio vino mío es más dulce en tus labios: 
    oh segadora de mi canción de atardecer, 
    cómo te sienten mía mis sueños solitarios! 

    Eres mía, eres mía, voy gritando en la brisa 
    de la tarde, y el viento arrastra mi voz viuda. 
    Cazadora del fondo de mis ojos, tu robo 
    estanca como el agua tu mirada nocturna. 

    En la red de mi música estás presa, amor mío, 
    y mis redes de música son anchas como el cielo. 
    Mi alma nace a la orilla de tus ojos de luto. 
    En tus ojos de luto comienza el país del sueño.

    Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto nació en Parral, Chile, el 12 de julio de 1904 conocido por el seudónimo y, más tarde, el nombre legal de Pablo Neruda, fue un poeta chileno, considerado uno de los mayores y más influyentes de su siglo, siendo llamado por el novelista Gabriel García Márquez «el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma». Entre sus múltiples reconocimientos destaca el Premio Nobel de Literatura en 1971. En 1917, publica su primer artículo en el diario La Mañana de Temuco, con el título de Entusiasmo y perseverancia. En esta ciudad escribió gran parte de los trabajos, que pasarían a integrar su primer libro de poemas: Crepusculario. En 1924 publica su famoso Veinte poemas de amor y una canción desesperada, en el que todavía se nota una influencia del modernismo. En 1927, comienza su larga carrera diplomática en Rangún, Birmania. Será luego cónsul en Sri Lanka, Java, Singapur, Buenos Aires, Barcelona y Madrid. En sus múltiples viajes conoce en Buenos Aires a Federico García Lorca y en Barcelona a Rafael Alberti. Pregona su concepción poética de entonces, la que llamó «poesía impura», y experimenta el poderoso y liberador influjo del Surrealismo. En 1935, aparece la edición madrileña de Residencia en la tierra.