Poema 19. Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas, de Pablo Neruda | Poema

    Poema en español
    Poema 19. Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas

    Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas, 
    el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas, 
    hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos 
    y tu boca que tiene la sonrisa del agua. 

    Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras 
    de la negra melena, cuando estiras los brazos. 
    Tú juegas con el sol como con un estero 
    y él te deja en los ojos dos oscuros remansos. 

    Niña morena y ágil, nada hacia ti me acerca. 
    Todo de ti me aleja, como del mediodía. 
    Eres la delirante juventud de la abeja, 
    la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga. 

    Mi corazón sombrío te busca, sin embargo, 
    y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada. 
    Mariposa morena dulce y definitiva 
    como el trigal y el sol, la amapola y el agua.

    Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto nació en Parral, Chile, el 12 de julio de 1904 conocido por el seudónimo y, más tarde, el nombre legal de Pablo Neruda, fue un poeta chileno, considerado uno de los mayores y más influyentes de su siglo, siendo llamado por el novelista Gabriel García Márquez «el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma». Entre sus múltiples reconocimientos destaca el Premio Nobel de Literatura en 1971. En 1917, publica su primer artículo en el diario La Mañana de Temuco, con el título de Entusiasmo y perseverancia. En esta ciudad escribió gran parte de los trabajos, que pasarían a integrar su primer libro de poemas: Crepusculario. En 1924 publica su famoso Veinte poemas de amor y una canción desesperada, en el que todavía se nota una influencia del modernismo. En 1927, comienza su larga carrera diplomática en Rangún, Birmania. Será luego cónsul en Sri Lanka, Java, Singapur, Buenos Aires, Barcelona y Madrid. En sus múltiples viajes conoce en Buenos Aires a Federico García Lorca y en Barcelona a Rafael Alberti. Pregona su concepción poética de entonces, la que llamó «poesía impura», y experimenta el poderoso y liberador influjo del Surrealismo. En 1935, aparece la edición madrileña de Residencia en la tierra.