Sobre mi mala educación, de Pablo Neruda | Poema

    Poema en español
    Sobre mi mala educación

    Cuál es cuál, cuál es el cómo? 
    Quién sabe cómo conducirse? 

    Qué naturales son los peces! 
    Nunca parecen inoportunos. 
    Están en el mar invitados 
    y se visten correctamente 
    sin una escama de menos, 
    condecorados por el agua. 

    Yo todos los días pongo 
    no sólo los pies en el plato, 
    sino los codos, los riñones, 
    la lira, el alma, la escopeta. 

    No sé qué hacer con las manos 
    y he pensado venir sin ellas, 
    pero dónde pongo el anillo? 
    Qué pavorosa incertidumbre! 

    Y luego no conozco a nadie. 
    No recuerdo sus apellidos. 

    -Me parece conocer a usted. 
    -No es usted un contrabandista? 
    -Y usted señora no es la amante 
    del alcohólico poeta 
    que se paseaba sin cesar, 
    sin rumbo fijo por las cornisas? 
    -Voló porque tenía alas. 
    -Y usted continúa terrestre. 
    -Me gustaría haberla entregado 
    como india viuda a un gran brasero, 
    no podríamos quemarla ahora? 
    Resultaría palpitante! 

    Otra vez en una Embajada 
    me enamoré de una morena, 
    no quiso desnudarse allí, 
    y yo se lo increpé con dureza: 
    estás loca, estatua silvestre, 
    cómo puedes andar vestida? 

    Me desterraron duramente 
    de ésa y de otras reuniones, 
    si por error me aproximaba 
    cerraban ventanas y puertas. 

    Anduve entonces con gitanos 
    y con prestidigitadores, 
    con marineros sin buque, 
    con pescadores sin pescado, 
    pero todos tenían reglas, 
    inconcebibles protocolos 
    y mi educación lamentable 
    me trajo malas consecuencias. 

    Por eso no voy y no vengo, 
    no me visto ni ando desnudo, 
    eché al pozo los tenedores, 
    las cucharas y los cuchillos. 
    Sólo me sonrío a mí solo, 
    no hago preguntas indiscretas 
    y cuando vienen a buscarme, 
    con gran honor, a los banquetes, 
    mando mi ropa, mis zapatos, 
    mi camisa con mi sombrero, 
    pero aún así no se contentan: 
    iba sin corbata mi traje. 

    Así para salir de dudas 
    me decidí a una vida honrada 
    de la más activa pereza, 
    purifiqué mis intenciones, 
    salí a comer conmigo solo 
    y así me fui quedando mudo. 
    A veces me saque a bailar, 
    pero sin gran entusiasmo, 
    y me acuesto solo, sin ganas, 
    por no equivocarme de cuarto. 

    Adiós porque vengo llegando. 
    Buenos días, me voy de prisa. 

    Cuando quieran verme ya saben: 
    búsquenme donde no estoy 
    y si les sobra tiempo y boca 
    pueden hablar con mi retrato.

    Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto nació en Parral, Chile, el 12 de julio de 1904 conocido por el seudónimo y, más tarde, el nombre legal de Pablo Neruda, fue un poeta chileno, considerado uno de los mayores y más influyentes de su siglo, siendo llamado por el novelista Gabriel García Márquez «el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma». Entre sus múltiples reconocimientos destaca el Premio Nobel de Literatura en 1971. En 1917, publica su primer artículo en el diario La Mañana de Temuco, con el título de Entusiasmo y perseverancia. En esta ciudad escribió gran parte de los trabajos, que pasarían a integrar su primer libro de poemas: Crepusculario. En 1924 publica su famoso Veinte poemas de amor y una canción desesperada, en el que todavía se nota una influencia del modernismo. En 1927, comienza su larga carrera diplomática en Rangún, Birmania. Será luego cónsul en Sri Lanka, Java, Singapur, Buenos Aires, Barcelona y Madrid. En sus múltiples viajes conoce en Buenos Aires a Federico García Lorca y en Barcelona a Rafael Alberti. Pregona su concepción poética de entonces, la que llamó «poesía impura», y experimenta el poderoso y liberador influjo del Surrealismo. En 1935, aparece la edición madrileña de Residencia en la tierra.