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  • A una estatua de proa, de Pablo Neruda | Poema

A una estatua de proa, de Pablo Neruda | Poema

  • Manuel López
  • Poema en español(solapa activa)
Poema en español
A una estatua de proa

En las arenas de Magallanes te recogimos cansada 
navegante, inmóvil 
bajo la tempestad que tantas veces tu pecho dulce y doble 
desafió dividiendo en sus pezones. 

Te levantamos otra vez sobre los mares del Sur, pero ahora 
fuiste la pasajera de lo oscuro, de los rincones, igual 
al trigo y al metal que custodiaste 
en alta mar, envuelta por la noche marina. 

Hoy eres mía, diosa que el albatros gigante 
rozó con su estatura extendida en el vuelo, 
como un manto de música dirigida en la lluvia 
por tus ciegos y errantes párpados de madera. 

Rosa del mar, abeja más pura que los sueños, 
almendrada mujer que desde las raíces 
de una encina poblada por los cantos 
te hiciste forma, fuerza de follaje con nidos, 
boca de tempestades, dulzura delicada 
que iría conquistando la luz con sus caderas. 

Cuando ángeles y reinas que nacieron contigo 
se llenaron de musgo, durmieron destinadas 
a la inmovilidad con un honor de muertos, 
tú subiste a la proa delgada del navío 
y ángel y reina y ola, temblor del mundo fuiste. 
El estremecimiento de los hombres subía 
hasta tu noble túnica con pechos de manzana, 
mientras tus labios eran oh dulce! humedecidos 
por otros besos dignos de tu boca salvaje. 

Bajo la noche extraña tu cintura dejaba 
caer el peso puro de la nave en las olas 
cortando en la sombría magnitud un camino 
de fuego derribado, de miel fosforescente. 
El viento abrió en tus rizos su caja tempestuosa, 
el desencadenado metal de su gemido, 
y en la aurora la luz te recibió temblando 
en los puertos, besando tu diadema mojada. 

A veces detuviste sobre el mar tu camino 
y el barco tembloroso bajó por su costado, 
como una gruesa fruta que se desprende y cae, 
un marinero muerto que acogieron la espuma 
y el movimiento puro del tiempo y del navío. 
Y sólo tú entre todos los rostros abrumados 
por la amenaza, hundidos en un dolor estéril, 
recibiste la sal salpicada en tu máscara, 
y tus ojos guardaron las lágrimas saladas. 
Más de una pobre vida resbaló por tus brazos 
hacia la eternidad de las aguas mortuorias, 
y el roce que te dieron los muertos y los vivos 
gastó tu corazón de madera marina. 

Hoy hemos recogido de la arena tu forma. 
Al final, a mis ojos estabas destinada. 
Duermes tal vez, dormida, tal vez has muerto, muerta: 
tu movimiento, al fin, ha olvidado el susurro 
y el esplendor errante cerró su travesía. 
Iras del mar, golpes del cielo han coronado 
tu altanera cabeza con grietas y rupturas, 
y tu rostro como una caracola reposa 
con heridas que marcan tu frente balanceada. 

Para mí tu belleza guarda todo el perfume, 
todo el ácido errante, toda su noche oscura. 
Y en tu empinado pecho de lámpara o de diosa, 
torre turgente, inmóvil amor, vive la vida. 
Tú navegas conmigo, recogida, hasta el día 
en que dejen caer lo que soy en la espuma.

Pablo Neruda

Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto nació en Parral, Chile, el 12 de julio de 1904 conocido por el seudónimo y, más tarde, el nombre legal de Pablo Neruda, fue un poeta chileno, considerado uno de los mayores y más influyentes de su siglo, siendo llamado por el novelista Gabriel García Márquez «el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma». Entre sus múltiples reconocimientos destaca el Premio Nobel de Literatura en 1971. En 1917, publica su primer artículo en el diario La Mañana de Temuco, con el título de Entusiasmo y perseverancia. En esta ciudad escribió gran parte de los trabajos, que pasarían a integrar su primer libro de poemas: Crepusculario. En 1924 publica su famoso Veinte poemas de amor y una canción desesperada, en el que todavía se nota una influencia del modernismo. En 1927, comienza su larga carrera diplomática en Rangún, Birmania. Será luego cónsul en Sri Lanka, Java, Singapur, Buenos Aires, Barcelona y Madrid. En sus múltiples viajes conoce en Buenos Aires a Federico García Lorca y en Barcelona a Rafael Alberti. Pregona su concepción poética de entonces, la que llamó «poesía impura», y experimenta el poderoso y liberador influjo del Surrealismo. En 1935, aparece la edición madrileña de Residencia en la tierra.

  • Te amo, de Pablo Neruda | Poema

    Pablo Neruda

    Te amo... 

    te amo de una manera inexplicable, 
    de una forma inconfesable, 
    de un modo contradictorio. 

    Te amo... 

    con mis estados de ánimo que son muchos, 
    y cambian de humor continuamente. 
    por lo que ya sabes, 
    el tiempo, la vida, la muerte. 

  • La tierra, de Pablo Neruda | Poema

    Pablo Neruda

    La tierra verde se ha entregado 
    a todo lo amarillo, oro, cosechas, 
    terrones, hojas, grano, 
    pero cuando el otoño se levanta 
    con su estandarte extenso 
    eres tú la que veo, 
    es para mi tu cabellera 
    la que reparte las espigas. 

  • Sobre mi mala educación, de Pablo Neruda | Poema

    Pablo Neruda

    Cuál es cuál, cuál es el cómo? 
    Quién sabe cómo conducirse? 

    Qué naturales son los peces! 
    Nunca parecen inoportunos. 
    Están en el mar invitados 
    y se visten correctamente 
    sin una escama de menos, 
    condecorados por el agua. 

  • El corazón de piedra, de Pablo Neruda | Poema

    Pablo Neruda

    Mirad, 
    éste 
    fue el corazón 
    de una sirena. 
    Irremediablemente 
    dura, 
    venía a las orillas 
    a peinarse 
    y a jugar a la baraja. 
    Juraba 
    y escupía 
    entre las algas. 
    Era la imagen 
    misma 
    de aquellas 
    infernales 

  • Desnuda, de Pablo Neruda | Poema

    Pablo Neruda

    Desnuda eres tan simple como una de tus manos, 
    lisa, terrestre, mínima, redonda, transparente, 
    tienes líneas de luna, caminos de manzana, 
    desnuda eres delgada como el trigo desnudo. 

  • La reina, de Pablo Neruda | Poema

    Pablo Neruda

    Yo te he nombrado reina. 
    Hay más altas que tú, más altas. 
    Hay más puras que tú, más puras. 
    Hay más bellas que tú, hay más bellas. 
    Pero tú eres la reina. 

  • Walking around, de Pablo Neruda | Poema

    Pablo Neruda

    Sucede que me canso de ser hombre. 
    Sucede que entro en las sastrerías y en los cines 
    marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro 
    navegando en un agua de origen y ceniza. 

  • Oda al día feliz, de Pablo Neruda | Poema

    Pablo Neruda

    Esta vez dejadme 
    ser feliz, 
    nada ha pasado a nadie, 
    no estoy en parte alguna, 
    sucede solamente 
    que soy feliz 
    por los cuatro costados 
    del corazón, andando, 
    durmiendo o escribiendo. 
    Qué voy a hacerle, soy 
    feliz. 

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