Vuestra alma es un exquisito paisaje, Que encantan máscaras y bergamascos, Tocando el laúd y danzando y casi Tristes bajo sus fantásticos disfraces.
Siempre cantando en el tono menor, El amor triunfal y la vida oportuna Parecen no creer en su felicidad Y sus canciones se unen al claro de la luna.
Al tranquilo claro de luna, triste y bello, Que hacen sonar los pájaros en los árboles, Y sollozar extáticos a los surtidores, Surtidores esbeltos entre los blancos mármoles.
Sueño a menudo el sueño sencillo y penetrante de una mujer ignota que adoro y que me adora, que, siendo igual, es siempre distinta a cada hora y que las huellas sigue de mi existencia errante.
Una tenía quince años, la otra dieciséis Y ambas dormían en la misma pequeña habitación Esto sucedió una sofocante noche de septiembre ¡Quebrantables asuntos! Ojiazules y con mejillas de marfil