Ahora Ahora sí que voy a llorar sobre esta gran roca sentado la cabeza en la bruma y los pies en el agua y el cigarrillo apagado entre los dedos...
Ahora Ahora sí que voy a vaciaros ojos míos, corazón mío, abrir vuestras espitas y vaciaros sin peligro de inundaciones. Ahora voy a llorar por vosotros los secos los que exprimís vuestra congoja como una virgen sus pechos y por vosotros los extintos que ya exhaláis vapor de hieles.
Ahora voy a llorar por los que han muerto sin saber por qué cuyos porqués resuenan todavía en la tirante bóveda impasible... Y también por vosotras, lívidas, turbias, desinfladas madres, vientres de larga voz que araña los caminos. Un llanto espeso por los pueblecitos que ayer triscaban a un sol cándido y jovial y hoy mugen a las sombras tras las empalizadas.
Y por las multitudes que pasan sus vigilias escarbando la tierra... Un llanto viudo por los transeúntes tan serios en el ataúd de su levita.
Ahora Ahora voy a llorar mis llantos olvidados mis llantos retenidos en su frente como pájaros presos en la liga. Los llantos subterráneos los que minan el mundo y lo socavan los que buscan la flor de la corteza y el cauce de la luz, los llantos mínimos y los llantos caudales acudan a mis ojos y fluyan en corriente sosegadas a incorporarse al llanto universal.
Sobre esta roca verdinegra agua y agua a mi alrededor ahora si voy a llorar a gusto.
Cuando me tiro de noche en el ataúd del lecho que es menos duro que el otro porque ya sabe mis huesos, me pongo a mirar arriba los astros de mis recuerdos.