Ahora te veo más clara, de Pedro Salinas | Poema

    Poema en español
    Ahora te veo más clara

    Ahora te veo más clara. 
    No, no es por el mediodía, 
    por favor de la mañana. 
    Es que lloraste y lloré, 
    porque ya no nos veíamos. 
    Y nos vimos por las lágrimas. 
    Las lágrimas fueron luz. 
    Al pasar por sus cristales, 
    puras lentes del dolor, 
    tu imagen se quedó limpia, 
    ya para siempre, en mi alma. 

    Ahora te tengo más alta. 
    Te he hecho sufrir sin querer, 
    por quererte. Cada angustia 
    que de mi amor te ha nacido 
    en vez de hundirte en la pena 
    a otro escalón te empinaba 
    de tu gloria gloria en mí. 
    Cada dolor por mi culpa 
    te volvía más sagrada. 
    Ahora no estás a mi lado: 
    miro hacia arriba y te veo. 
    Pero tú hacia mí te inclinas, 
    y hasta mi suelo me tiendes, 
    escala de tu cariño, 
    desde arriba, tu mirada. 
    Ahora estás lejos. Mi afán 
    de tenerte siempre cerca 
    te dio a ti afán de distancia. 
    Yo, ciego, siempre creyendo 
    que los abrazos enlazan, 
    te abrazaba y abrazaba. 
    Ahora ya sé que los árboles 
    tienen sus pájaros fieles 
    porque las ramas no atan: 
    ofrecen. Y que las nubes 
    nunca descartan los cielos 
    porque los cielos las dejan 
    que ellas escojan su rumbo 
    y que vengan o se vayan 
    como quieran, siempre abiertos 
    para que se busquen ellas 
    su camino. Amor, o cielo, 
    no son un camino, son 
    una oferta de infinitos 
    caminos, a nubes, almas. 

    ¿Estarás ahora más cerca? 
    ¿Tú, libre, suelta, lejana, 
    estarás ahora viniendo 
    hacia mí, porque me callo, 
    porque mi voz silenciosa, 
    ardiendo toda de espera, 
    parece que no te llama?

    Pedro Salinas (Madrid, 1891-Boston, 1951), autor de poemarios emblemáticos como Seguro azar, La voz a ti debida o El contemplado, es una figura clave del panorama cultural español del siglo XX. También cabe destacar su obra epistolar, en la que destaca Cartas a Katherine Whitmore y su Correspondencia (1923-1951) con el también poeta Jorge Guillén. Su vida, consagrada a la poesía y a la literatura, estuvo marcada por su exilio a Estados Unidos en 1936. 

    • Y esa Nada, ha causado muchos llantos, 
      Y Nada fue instrumento de la Muerte, 
      Y Nada vino a ser muerte de tantos. 

      Francisco de Quevedo 
       

      Ya maduró un nuevo cero 
      que tendrá su devoción. 

      Antonio Machado 
       

    • El sueño es una larga 
      despedida de ti. 
      ¡Qué gran vida contigo, 
      en pie, alerta en el sueño! 
      ¡Dormir el mundo, el sol, 
      las hormigas, las horas, 
      todo, todo dormido, 
      en el sueño que duermo! 
        
      Menos tú, tú la única, 
      viva, sobrevivida,