Ha sido, ocurrió, es verdad, de Pedro Salinas | Poema

    Poema en español
    Ha sido, ocurrió, es verdad

    Ha sido, ocurrió, es verdad. 
    Fue en un día, fue una fecha 
    que le marca el tiempo al tiempo. 
    Fue en un lugar que yo veo. 
    Sus pies pisaban el suelo 
    este que todos pisamos. 
    Su traje 
    se parecía a esos otros 
    que llevan otras mujeres. 
    Su reló 
    destejía calendarios, 
    sin olvidarse una hora: 
    como cuentan los demás. 
    Y aquello que ella me dijo 
    fue en un idioma del mundo, 
    con gramática e historia. 
    Tan de verdad, 
    que parecía mentira. 
    No. 
    Tengo que vivirlo dentro, 
    me lo tengo que soñar. 
    Quitar el color, el número, 
    el aliento todo fuego, 
    con que me quemó al decírmelo. 
    Convertir todo en acaso, 
    en azar puro, soñándolo. 
    Y así, cuando se desdiga 
    de lo que entonces me dijo, 
    no me morderá el dolor 
    de haber perdido una dicha 
    que yo tuve entre mis brazos, 
    igual que se tiene un cuerpo. 
    Creeré que fue soñado. 
    Que aquello tan de verdad, 
    no tuvo cuerpo, ni nombre. 
    Que pierdo 
    una sombra, un sueño más.

    Pedro Salinas (Madrid, 1891-Boston, 1951), autor de poemarios emblemáticos como Seguro azar, La voz a ti debida o El contemplado, es una figura clave del panorama cultural español del siglo XX. También cabe destacar su obra epistolar, en la que destaca Cartas a Katherine Whitmore y su Correspondencia (1923-1951) con el también poeta Jorge Guillén. Su vida, consagrada a la poesía y a la literatura, estuvo marcada por su exilio a Estados Unidos en 1936. 

    • El sueño es una larga 
      despedida de ti. 
      ¡Qué gran vida contigo, 
      en pie, alerta en el sueño! 
      ¡Dormir el mundo, el sol, 
      las hormigas, las horas, 
      todo, todo dormido, 
      en el sueño que duermo! 
        
      Menos tú, tú la única, 
      viva, sobrevivida, 

    • Y esa Nada, ha causado muchos llantos, 
      Y Nada fue instrumento de la Muerte, 
      Y Nada vino a ser muerte de tantos. 

      Francisco de Quevedo 
       

      Ya maduró un nuevo cero 
      que tendrá su devoción. 

      Antonio Machado