Dime oráculo, de Pilar Adón | Poema

    Poema en español
    Dime oráculo

    Dime Oráculo, Ser de las Adivinaciones. 
    ¿Es siempre la hoja marrón una hoja marchita, 
    o puede ocurrir también, oh Oráculo, Ser de las Adivinaciones, 
    que la hoja marrón crezca fuerte y fresca, carnosa y viva, 
    como cualquier otra hoja verde, con ramificaciones blancas? 

    Dime Oráculo, Ser de las Adivinaciones. 
    ¿Poseo una mano pálida y hábil para las enseñanzas de la tierra? 
    ¿Poseo la capacidad de dar vida a lo inanimado? 
    ¿O me veré relegada, como mis antepasadas, a engendrar, 
    a sentir en mi vientre los movimientos líquidos, lentos y densos, 
    de un ser creciente dentro de mí? 
    ¿Podré tocar piedra y decir “Vive piedra” 
    y hacer que la piedra viva? 
    ¿Podré poner la mano en río y decir “Avanza río” 
    y conseguir que las aguas fluyan sin sequía posible? 
    ¿Podré traer al hombre de la camisa blanca de vuelta a este hogar 
    y decir “Hombre, vuelve y permanece”, 
    y lograr que me acune de nuevo 
    entre sus brazos de largo caminante, 
    sobre sus piernas de sagaz observador? 

    Estoy jugando a danzar entre las nubes y arañas de tierra seca. 
    Estoy jugando a buscar entre las rocas azules 
    tesoros de antiguas civilizaciones salvajes y crueles con los débiles. 
    Estoy jugando a hallar en las uñas negras de mis dedos 
    los restos de la tierra que penetro con las manos doloridas, sucias, 
    y cada vez más hábiles. Dime, Oráculo. 
    ¿Dónde están mis manos, blancas, 
    capaces manos de acariciar los cabellos 
    de aquel que llegó por el sendero abandonado hasta la casa 
    que habitamos, 
    mientras me mecía 
    y me susurraba al oído canciones de un mar que no he visto? 
    ¿Dónde están mis manos blancas mientras penetro la tierra 
    con estos sucios 
    y fríos dedos, 
    que no sienten ya el rastro de la arena entre ellos?