Esplendor mío, amor,
inicial de mi vida,
quiero decirte, toda tú belleza,
aquí, en medio del mar, cuando voy en tu busca,
cuando tan solo puedo compararte
con la hermosura tibia de las olas.
Es tu cabeza un manantial de oro,
una lluvia de espuma dorada que me enciende
y me lleva a navegar al fondo de la noche.
Es tu frente la aurora con dos arcos
por las que pasan dulces esos soles,
con que sueñan al alba los navíos.
¿Qué decir de tu boca y tus orejas,
de tu cuello y tu hombros si el mar esconde conchas,
corales y jardines sumergidos, que quisieran al soplo
de las olas del sur ser como ellos?
Son tus costados como dos bahías en reposo, donde al
son de tus brazos sólo cantan, el silencio de amor que las rodea.
Triste es hablar, cuando se está distante,
de los golfos de sombra, de las islas
que llaman al marino que los siente
pasar, sin verlos, fuera de su vista.
Amor mío, tus piernas son dos playas,
dos medanos tejidos que se eleven con un rumor de juncos si no duermen
dame tus pies pequeños para andarte,
voy por el mar, voy sobre tí, mi vida,
para sentir todas tus riberas,
tú belleza, más bella que las olas
aquellas que en momentos se me parecen a tus
bellos ojos verdes...