El testamento de la rosa, de Rafael Alberti | Poema

    Poema en español
    El testamento de la rosa

    Alguien dijo de mí, rosa perdida: 
    'Ayer naciste, y morirás mañana. 
    Para tan breve ser; quién te dio vida?' 
    Para tan breve ser… 
    Hoy es mañana ya, hoy es mañana... 
    Y ayer naciste, ayer. 
    Nací rosa amarilla en primavera. 
    Pude haber sido blanca, roja, rosa, carmín... 
    Pero soy... no, no soy. Dejadme decir: era. 
    Recordar. 
    - ¡Tin tin! 
    - ¿Quién es? 
    - El sol 
    - ¿Qué quiere el sol de mí? 
    - Entrar. 
    - Puede el sol cuando guste, pasar. 
    Se entró en mi pecho el sol, y me abrí toda. 
    ¡Qué mañana de amor! 
    Era mi amanecer; mi despertar 
    y era también el alba de mi boda. 
    Más que rosa amarilla ya era rosa dorada, 
    dama redonda en flor, 
    enamorada. 
    - ¡Tin tin! 
    - ¿Quién es? 
    - El picaflor. 
    - ¿Qué es lo que quiere el picaflor de mí? 
    - Besar. 
    - Puede el picaflor empezar. 
    Era dulce mi miel; 
    era almíbar de rosa derramada, 
    rosa amante del sol; recién casada. 
    ¡Qué luz abrasadora! 
    Me quema inmóvil mi amarilla piel. 
    - ¡Tin tin! 
    - ¿Quién es? 
    - La brisa bailadora. 
    - La brisa bailadora, ¿Qué pretende de mí? 
    - Bailar. 
    - Brisa y rosa podemos comenzar. 
    Soy pájaro. 
    Mis pétalos son alas. 
    Voy volando. 
    Soy mar. 
    Mi cáliz es una barca. 
    ¡A navegar! 
    Soy sueño. 
    Tú te me llevas su aroma. 
    Me duermo. 
    Llega la noche. ¡Quiero ser estrella! 
    una estrella, muy alta, relucía 
    como una rosa, contra el cielo, abierta, 
    como una rosa igual que yo, amarilla. 
    - ¡Tin tin! 
    - ¿Quién es? 
    - La estrella tembladora. 
    - La estrella tembladora, ¿qué pretende de mí? 
    - Llorar dentro de ti, llorar, temblar. 
    - Puede la estrella, cuando quiera, entrar. 
    Lloré entonces, lloré, lloré rocío, 
    rosa estelar, lloré, temblé, lloré. 
    Su llanto resbalaba con el mío. 
    Salió de nuevo el sol... Y me quemé. 
    'Ayer naciste y morirás mañana.' 
    Hoy es mañana ya, ayer apenas era. 
    'Para tan breve ser, ¿quién te dio vida?' 
    He aquí mi testamento en primavera, 
    pobre rosa perdida. 
    Dejo mi dulzura de miel al picaflor. 
    Dejo a la brisa mi aroma y mi temblor. 
    Dejo a la estrella mis lágrimas. 
    Al fin, ¿qué dejo? Nada. 
    Mas no lloréis por mi, por esta rosa 
    que nació al alba y se murió en el alba. 
    Adiós, adiós, adiós... Me lleva el aire. 
    Ayer naciste... El sol ya se levanta. 
    Ya viene el picaflor… Ronda la brisa. 
    Una estrella en lo alto se derrama... 
    ¿Qué sucede en el mundo? Otra rosa amarilla 
    va a despertar en la mañana.

    Rafael Alberti nació en 1902 en Puerto de Santa María, Cádiz. Publicó su primer libro de versos en 1925, Marinero en tierra, que Juan Ramón Jiménez prologó con una fraternal carta. En ella, Juan Ramón se confesaba compatriota de Alberti "por tierra, mar y cielo del oeste andaluz". Andalucía es la materia prima de su primer libro, con el que obtuvo el Premio Nacional de Literatura. El paisaje de la bahía de Cádiz, la tierra y el cielo andaluces y recuerdos de la infancia alimentan La amante (Canciones), publicado en 1926, asumiendo la apariencia de un manual de geografía lírica. Algunos críticos consideran tres fases en su obra: la primera de una raíz popular, fresca, graciosa y ágil; la segunda, un retorno a la tradición culta bajo el influjo de Góngora; y por último, un estilo en el que el humor es casi amargura, con innovaciones surrealistas y un depurado intelectualismo. A partir de 1931, sin pretenderlo, su obra cobra un cariz político. En 1976 regresa a España y es elegido al año siguiente diputado por Cádiz del Partido Comunista, cargo al que renunciaría para dedicarse a su obra. Recibió el Premio Cervantes en 1983. Falleció en Puerto de Santa María, Cádiz, en 1999.