Conversar por teléfono con Pablo. Ver cómo se va quedando dormida muy lentamente, Blanca entre mis brazos, al escuchar la misma melodía con la que dormía a su madre hace años. Salir de vacaciones con mis hijas, y aceptar que se hayan ido marchando, con orgullo y con melancolía. Despertar y saber que está a mi lado; compartir su tristeza con la mía; pasear juntos cogidos de la mano, y ver pasar mansamente los días. Una cerveza fría en el verano, con mis amigos de toda la vida. Perderme a veces solo por el campo. Mis libros, mis recuerdos, mis heridas, Las cosas sin valor que quiero tanto, que me esperan calladas y tranquilas, en un rincón secreto de mi cuarto. Como veis, solo son cosas sencillas. Pero a mí me bastan para ir tirando.
El desconocido de vino triste, que en la barra de un bar está contando, con voz entrecortada y cavernosa, su historia de fracasos. Y un instante, sus ojos se iluminan, al mostrar con orgullo unos retratos. La mujer fatigada y silenciosa,
Conversar por teléfono con Pablo. Ver cómo se va quedando dormida muy lentamente, Blanca entre mis brazos, al escuchar la misma melodía con la que dormía a su madre hace años. Salir de vacaciones con mis hijas, y aceptar que se hayan ido marchando,
A Pablo Vizcaíno Ruiz (Para releer el 24 de febrero de 2029)
Por si al llegar ese día ya no estoy, o estoy muy lejos, por si mi memoria entonces se ha extraviado en el tiempo, por si mis ojos ya son, en los tuyos, un recuerdo