Velas de amor en golfos de ternura suelta mi pobre corazón al viento, y encuentra, en lo que alcanza, su tormento, y espera, en lo que no halla, su ventura.
Viviendo en esta humana sepultura, engañar el pesar es mi contento, y este cilicio atroz del pensamiento no halla un linde entre el genio y la locura.
¡Ay! En la vida ruin que al loco embarga, y que al cuerdo infeliz de horror consterna, dulce en el nombre, en realidad amarga,
sólo el dolor con el dolor alterna, y si al contarla a días es muy larga, midiéndola por horas es eterna.
Por el éter resbala melancólica la luna, y en mi frente se refleja; a su brillo argentado se asemeja el color de mi faz. De la brisa nocturna el ala rápida sutil bate mi rubia cabellera, como las hojas de gentil palmera, balancea fugaz.