Inspiración nocturna, de Ramón de Campoamor | Poema

    Poema en español
    Inspiración nocturna

    Por el éter resbala melancólica 
    la luna, y en mi frente se refleja; 
    a su brillo argentado se asemeja 
    el color de mi faz. 
    De la brisa nocturna el ala rápida 
    sutil bate mi rubia cabellera, 
    como las hojas de gentil palmera, 
    balancea fugaz. 

    Oscuridad, silencio, aspecto tétrico 
    muestra la noche tácita al ser mío, 
    sólo me afecta de un lejano río 
    el parlero rumor; 
    Que, llevado en las alas de aire trémulo, 
    se parece, en su plácido murmullo, 
    al compasado y pavoroso arrullo 
    del eterno sopor. 

    Cual volubles vapores, sombras fáciles 
    antepuestos al sol ocasionaran, 
    e invisibles, aéreos, se espaciaran 
    entre la claridad; 
    Así veo cruzar seres fantásticos 
    de la luna a los pálidos reflejos, 
    y vagando se pierden allá lejos 
    entre la oscuridad. 

    De vibrátil campana al son profético 
    exánime ha zumbado en mis oídos 
    y débiles temblaron mis sentidos 
    a su fúnebre son. 
    ¡Y pocos mostrarán sus ojos húmedos 
    a ese sonido que en el viento espira 
    pues su divina voz no les inspira 
    Santa meditación! 

    Todos duermen, menos yo, 
    todo en el mundo reposa, 
    la campana enmudeció 
    el aura sobre la rosa 
    tranquila se adormeció. 
    Sordo el río susurrando 
    me acompaña solamente, 
    y con su murmullo blando 
    me hace acordar inocente 
    que el tiempo se va pasando. 
    Pero vano mi pensar 
    se pierde allá con su ruido 
    los dos iremos a dar 
    yo al seno del eterno olvido 
    y él al seno de la mar. 
    Pues, con sonoros despeños, 
    va rodando su cristal 
    por entre prados risueños, 
    cual la vida del mortal 
    que se desliza entre sueños. 
    Están plácidos olores 
    el viento aromatizando, 
    los condensados vapores 
    se posan, perlas formando, 
    en el cáliz de las flores. 
    El claro río que abruma, 
    con sus aguas transparentes, 
    la yerba que le perfuma, 
    la matiza con bullentes 
    globos de nevada espuma. 
    Y como ancho se dilata, 
    todo el estrellado coro 
    en su cristal se retrata... 
    parecen lágrimas de oro 
    embutidas sobre plata. 
    Mas ya la aurora cercana 
    asoma su frente hermosa 
    entre celajes de grana, 
    y traza sendas de rosa 
    del sol a la luz temprana. 
    Despiértase el aura leve 
    al brillar sus lumbres rojas, 
    y a su movimiento breve 
    tiemblan las húmedas hojas 
    del árbol que ondeante mueve. 
    La flor su botón rompió, 
    y al sol que nuevo amanece 
    y que la vivificó, 
    en holocausto le ofrece 
    las perlas que recogió. 
    Todo vuelve a florecer, 
    todo al ver el sol se aviva, 
    mas la noche ha de volver... 
    y en aquesta alternativa 
    todo camina al no ser.