Mucho hace el que mucho ama.
(Kempis, lib. I, cap. XV)
I
Me han contado que al morir
un hombre de corazón,
sintió o presumió sentir
en Cádiz repercutir
un beso dado en Cantón.
¿Qué es imposible, Asunción?
Veinte años hace que di
el primer beso ¡ay de mí
de mi primera pasión!,
¡y todavía Asunción,
aquel frío que sentí
hace arder mi corazón!
II
Desde la ciega atracción,
beso que da el pedernal,
subiendo hasta la oración,
último beso mental,
es el beso la expansión
de esa chispa celestial
que inflamó la creación,
y que en su curso inmortal
va, de crisol en crisol,
su intensa llama a verte
en la atmósfera del ser
que de un beso encendió el sol.
III
De la cuna al ataúd
va siendo el beso, a su vez
«amor» en la juventud,
«esperanza» en la niñez,
en el adulto «virtud»,
y «recuerdo» en la vejez.
IV
¿Vas comprendiendo, Asunción,
que es el beso la expresión
de un idioma universal,
que, en inextinto raudal,
de una en otra encarnación
y desde una en otra edad,
en la mejilla es «bondad»,
en los ojos «ilusión»,
en la frente «majestad»,
y entre los labios «pasión»?
V
¿Nunca se despierta en ti
un recuerdo, como en mí,
de un amante que se fue?
Si, me contestas que sí
eso es un beso, Asunción,
que en alas de no sé qué,
trae la imaginación.
VI
¡Gloria a esa oscura señal
del hado en incubación,
que es el germen inmortal
del alma en fermentación,
y a veces trasunto fiel
de todo un mundo moral
y si no, dígalo aquel
de entre el cual y bajo el cual
nació el alma de Platón!
VII
¡Gloria a esa condensación
de toda la eternidad,
con cuya tierna efusión
a toda la humanidad
da la paz, la religión;
con la cual la caridad
siembra en el mundo el perdón;
himno a la perpetuidad,
cuyo misterioso son,
sin que lo oiga el corazón,
suena en la posteridad!
VIII
¿Vas comprendiendo, Asunción?
Mas por si acaso no crees
que el beso es el conductor
de ese fuego encantador
con que a este mundo que ves
ha animado el Criador...
prueba a besarme y después
un beso verás cómo es
esa copa del amor
llena del vital licor
que en el humano festín,
de una en otra boca, al fin
llega, de afán en afán,
a tu boca de carmín
desde los labios de Adán.
IX
Prueba en mí por compasión,
esa clara iniciación
de un oscuro porvenir;
y entonces, bella Asunción
comprenderás si, al morir,
un hombre de corazón
habrá podido sentir
en Cádiz repercutir
un beso dado en Cantón.