Hoy como nunca, de Ramón López Velarde | Poema

    Poema en español
    Hoy como nunca

    Hoy como nunca, me enamoras y me entristeces; 
    si queda en mí una lágrima, yo la excito a que lave 
    nuestras dos lobregueces. 

    Hoy, como nunca, urge que tu paz me presida; 
    pero ya tu garganta solo es una sufrida 
    blancura, que se asfixia bajo toses y toses, 
    y toda tú una epístola de rasgos moribundos 
    colmada de dramáticos adioses. 

    Hoy, como nunca, es venerable tu esencia 
    y quebradizo el vaso de tu cuerpo, 
    y sólo puedes darme la exquisita dolencia 
    de un reloj de agonías, cuyo tic-tac nos marca 
    el minuto de hielo en que los pies que amamos 
    han de pisar el hielo de la fúnebre barca. 

    Yo estoy en la ribera y te miro embarcarte: 
    huyes por el río sordo, y en mi alma destilas 
    el clima de esas tardes de ventisca y de polvo 
    en las que doblan solas las esquilas. 

    Mi espíritu es un paño de ánimas, un paño 
    de ánimas de iglesia siempre menesterosa; 
    es un paño de ánimas goteado de cera, 
    hollado y roto por la grey astrosa. 

    No soy más que una nave de parroquia en penuria, 
    nave en que se celebran eternos funerales, 
    porque una lluvia terca no permite 
    sacar el ataúd a las calles rurales. 

    Fuera de mí, la lluvia; dentro de mí, el clamor 
    cavernoso y creciente de un salmista; 
    mi conciencia, mojada por el hisopo, es un 
    ciprés que en una huerta conventual se contrista. 

    Ya mi lluvia es diluvio, y no miraré el rayo 
    del sol sobre mi arca, porque ha de quedar roto 
    mi corazón la noche cuadragésima; 
    no guardan mis pupilas ni un matiz remoto 
    de la lumbre solar que tostó mis espigas; 
    mi vida es solo una prolongación de exequias 
    bajo las cataratas enemigas.