Dicen de las niñas feas que tienen cara de acelga pero la Acelga no es fea. El Acelgo la miraba desde un rincón de la huerta y la vio tan verdecita, tan estirada y tan tierna, que no lo pudo evitar y se enamoró de ella. -Acelga, ¿me quieres mucho? -Te quiero más que a la tierra, más que al chorrito de agua y más que al sol de la siesta.
¿Te casas conmigo, di?
Y me caso cuando tú quieras. Y le dio un beso en la hoja florecida de inocencia.
Dicen de las niñas feas que tienen cara de acelga pero la Acelga no es fea. El Acelgo la miraba desde un rincón de la huerta y la vio tan verdecita, tan estirada y tan tierna, que no lo pudo evitar y se enamoró de ella.