Cinemática, de Vicente Aleixandre | Poema

    Poema en español
    Cinemática

    Venías cerrada, hermética, 
    a ramalazos de viento 
    crudo, por calles tajadas 
    a golpe de rachas, seco. 
    Planos simultáneos —sombras: 
    abierta, cerrada—. Suelos. 
    De bocas de frío, el frío. 
    Se arremolinaba el viento 
    en torno tuyo, ya a pique 
    de cercenarte fiel. Cuerpo 
    diestro. De negro. Ceñida 
    de cuchillas. Solo, escueto, 
    el perfil se defendía 
    rasado por los aceros. 

    Tubo. Calle cuesta arriba. 
    Gris de plomo. La hora, el tiempo. 
    Ojos metidos, profundos, 
    bajo el arco firme, negro 
    Veladores del camino 
    — ángulos, sombras — siniestros. 
    Te pasan ángulos — calle, 
    calle, calle, calle. Tiemblos. 
    Asechanzas rasan filos 
    por ti. Dibujan tu cuerpo 
    sobre el fondo azul profundo 
    de ti misma, ya postrero. 

    Meteoro de negrura. 
    Tu bulto. Cometa. Lienzos 
    de pared limitan cauces 
    hacia noche sólo abiertos. 
    Cortas luces, cortas agrios 
    paredones de misterio, 
    haces camino escapada 
    de la tarde, frío el gesto, 
    contra cruces, contra luces, 
    amenazada de aceros 
    de viento. Pasión de noche 
    enciende, farol del pecho, 
    el corazón, y derribas 
    sed de negror y silencios. 

    Vicente Aleixandre nació en Sevilla en 1898. Pasó su infancia en Málaga y vivió casi toda su vida en Madrid, donde estudió Derecho y Comercio. En plena juventud, una enfermedad le obliga a interrumpir sus actividades profesionales. Colaboró en revistas como Revista de Occidente (en 1926), Litoral, Carmen, Verso y Prosa, Mediodía, entre otras. Su primer libro, Ámbito (1928), ya deja ver las señales de su mundo poético: claridad e inmensidad del paisaje, depurada y contenida emoción. Es en Espadas como labios (1932) donde, según Dámaso Alonso, se escuchan ecos de gritos desmesurados, que comienzan a esbozar el translúcido, romántico y unificado mundo de Vicente Aleixandre. Destrucción o el amor (1935), Premio Nacional de Literatura, concreta la "unicidad" de su poesía. Su obra, en definitiva, trata de la vida, el amor y la muerte. Considerado uno de los grandes poetas de la generación del 27, en 1977 obtuvo el Premio Nobel de Literatura. Falleció en Madrid en 1984.

    • Dime pronto el secreto de tu existencia; 
      quiero saber por qué la piedra no es pluma, 
      ni el corazón un árbol delicado, 
      ni por qué esa niña que muere entre dos venas ríos 
      no se va hacia la mar como todos los buques. 

    • Tendida tú aquí, en la penumbra del cuarto, 
      como el silencio que queda después del amor, 
      yo asciendo levemente desde el fondo de mi reposo 
      hasta tus bordes, tenues, apagados, que dulces existen. 
      Y con mi mano repaso las lindes delicadas de tu vivir retraído. 

    • Tenía la naricilla respingona, y era menuda. 
      ¡Cómo le gustaba correr por la arena! Y se metía en el agua, 
      y nunca se asustaba. 
      Flotaba allí como si aquel hubiera sido siempre su natural elemento. 
      Como si las olas la hubieran acercado a la orilla, 

    • Venías cerrada, hermética, 
      a ramalazos de viento 
      crudo, por calles tajadas 
      a golpe de rachas, seco. 
      Planos simultáneos —sombras: 
      abierta, cerrada—. Suelos. 
      De bocas de frío, el frío. 
      Se arremolinaba el viento 
      en torno tuyo, ya a pique 

    • La memoria de un hombre está en sus besos, 
      pero nunca es verdad memoria extinta. 
      Contar la vida por los besos dados 
      no es alegre. Pero más triste es darlos sin memoria. 
      Por lo que un hombre hizo cuenta el tiempo. 
      Hacer es vivir más, o haber vivido, 

    • Un pájaro de papel en el pecho 
      dice que el tiempo de los besos no ha llegado; 
      vivir, vivir, el sol cruje invisible, 
      besos o pájaros, tarde o pronto o nunca. 
      Para morir basta un ruidillo, 
      el de otro corazón al callarse, 
      o ese regazo ajeno que en la tierra