Soliloquio final del amante interior, de Wallace Stevens | Poema

    Poema en español
    Soliloquio final del amante interior

    Luz, primera luz de la noche, como en un cuarto 
    En el que descansamos y, casi por nada, pensamos 
    Que el mundo imaginado es bien esencial. 

    Este es, por tanto, el más intenso rendez-vous. 
    Es en esta idea en la que nos recogemos, 
    Fuera de todas las indiferencias, en una sola cosa: 

    Dentro de una sola cosa, un solo chal 
    Que nos abriga bien, pues somos pobres, un calor, 
    Una luz, un poder, la milagrosa influencia. 

    Ahora, aquí, nos olvidamos el uno al otro y de nosotros. 
    Sentimos la oscuridad de un orden, una totalidad, 
    Un conocer, lo que arregló la cita, 

    Dentro de su vital circunscripción, en la mente. 
    Decimos: Dios y la imaginación son uno. 
    La candela más alta, que alta ilumina lo oscuro... 

    Y fuera de esta luz, de esta mente central, 
    Hacemos nuestra casa en el aire nocturno, 
    Donde estar los dos juntos es lo suficiente. 

    Andrés Sánchez Robayna