En la escuela imaginaron sus camaradas preferidos que él llegaría a ser hombre famoso; y él lo mismo pensó y vivió en esa idea, sus veinte años repletos de trabajos: «¿Y, ahora, qué? -cantaba el espectro de Platón-. ¿Y, ahora, que?»
Todo lo que escribía se leía, y años más tarde ganó dinero suficiente para lo necesario, amigos que en verdad fueron amigos; «¿Y, ahora, qué? -cantaba el espectro de Platón-. ¿Y, ahora, que?»
Sus sueños más felices se realizaron -una vieja casita, mujer, hija e hijo, y un terreno donde crecían el repollo y el ciruelo-, y poetas e ingenios congregaba; «¿Y, ahora, qué? -cantaba el espectro de Platón-. ¿Y, ahora, que?»
«El trabajo está hecho -pensó ya viejo- de acuerdo con mi plan juvenil; y que rabien los necios, en nada me aparté de ese orden, algo que se llevó a la perfección»; mas cantaba el espectro aún más alto: «¿y, ahora, qué?».
Cuando estés vieja y cansada, y vencida por el sueño, Y dormitando junto al fuego tomes este papel, Y lentamente leas, y sueñes con la dulce belleza Que tus ojos tuvieron antaño, y también con sus sombras profundas.
En la escuela imaginaron sus camaradas preferidos que él llegaría a ser hombre famoso; y él lo mismo pensó y vivió en esa idea, sus veinte años repletos de trabajos: «¿Y, ahora, qué? -cantaba el espectro de Platón-. ¿Y, ahora, que?»
Al ceñirte en mis brazos, estrecho contra mi corazón esa belleza que del mundo hace mucho se marchara: coronas engastadas que reyes arrojaron en charcas fantasmales, huyendo los ejércitos; cuentos de amor tejidos con hebras de seda