Quo vadis?, de Adela Zamudio | Poema

    Poema en español
    Quo vadis?

    Sola, en el ancho páramo del mundo, 
    sola con mi dolor, 
    en su confín, con estupor profundo 
    miro alzarse un celeste resplandor: 

    Es Él! Aparición deslumbradora 
    de blanca y dulce faz, 
    que avanza, con la diestra protectora 
    en actitud de bendición y paz. 

    Inclino ante El mi rostro dolorido 
    temblando de ternura y de temor, 
    y exclamo con acento conmovido: 
    - A dónde vas, Señor? 

    - La Roma en que tus mártires supieron 
    en horribles suplicios perecer 
    es hoy lo que Los césares quisieron: 
    emporio de elegancia y de placer. 

    Allí está Pedro. El pescador que un día 
    predicó la pobreza y la humildad, 
    cubierto de lujosa pedrería 
    ostenta su poder y majestad. 

    Feroz imitador de Los paganos, 
    el Santo Inquisidor 

    Ha quemado en tu nombre a sus hermanos… 
    Adónde vas, Señor? 

    Allá en tus templos donde el culto impera 
    qué hay en el fondo? O lucro o vanidad. 
    Cuán pocos son los que con fe sincera 
    te adoran en espíritu y verdad! 

    El mundo con tu sangre redimido, 
    veinte siglos después de tu pasión, 
    es hay más infeliz, más pervertido, 
    más pagano que en el tiempo de Nerón. 

    Ante el altar de la Deidad impura, 
    huérfana de ideal, la juventud 
    contra el amor del alma se conjure 
    proclamando el placer como virtud. 

    Las antiguas barbaries que subsisten, 
    sólo cambian de nombre con la edad; 
    la esclavitud y aun el tormento existen 
    y es mentira grosera la igualdad. 

    Siempre en la lucha oprimidos y opresores! 
    de un lado, la fortuna y el poder, 
    del otro, la miseria y sus horrores; 
    y todo iniquidad… Hoy como ayer. 

    Hoy como ayer, Los pueblos de la tierra 
    se arman para el asalto y la traición, 
    y alza triunfante el monstruo de la guerra 
    su bandera de espanto y confusión. 

    Ciega, fatal, la humanidad se abisma 
    en Los antros del vicio y del error. 
    y duda, horrorizada de sí misma… 
    Adónde vas, Señor? 

    Adela Zamudio Rivero, a sus 15 años, publicó su primer poema, Dos Rosas, firmado con el pseudónimo de “Soledad”, fue autora también de varias piezas de teatro, cuentista y poeta. Entre sus principales obras sobresalen Ensayos poéticos (1887), Íntimas, Peregrinando y Ráfagas (1914). En su ejercicio como docente y literata desarrolló una importante labor sociocultural en pro de la autonomía intelectual y social de la mujer, posibilitando mucho más la participación femenina en la vida pública. Participó en la construcción de la ley de divorcio, instrumento jurídico que le dio el reconocimiento de precursora del feminismo. Esta idea la llevó a escribir sobre la discriminación que sufrían las mujeres por el hecho de serlo en un poema llamado Nacer Hombre. Dirigió la primera escuela laica de Bolivia en La Paz, el 28 de mayo de 1926. Reconocida como la máxima exponente de la cultura boliviana, en homenaje a su nacimiento se instituyó la celebración el 11 de octubre como el Día de la Mujer Boliviana.

    • Sola, en el ancho páramo del mundo, 
      sola con mi dolor, 
      en su confín, con estupor profundo 
      miro alzarse un celeste resplandor: 

      Es Él! Aparición deslumbradora 
      de blanca y dulce faz, 
      que avanza, con la diestra protectora 
      en actitud de bendición y paz.