La mañana está en calma, sin rumores; en calma, como para ofrecerse a un dolor más tranquilo; y tan sólo, chocando con las hojas marchitas, el fruto del castaño se desliza hasta el suelo.
Calma y profunda paz en estas altas lomas y en gotas de rocío que inundan las aliagas, y en esas telarañas de plata, que entre el oro y el verde centellean.
Calma y tranquila paz en la llanura vasta que a lo lejos se tiende, con boscajes de otoño, y en las granjas pobladas y en torres que se tornan menudas y se mezclan con el mar murmurante.
Calma y profunda paz en el aire anchuroso, en las hojas que torna rojizas la otoñada, y si en mi corazón hubiere alguna calma, será desesperanza tranquila, solamente.
Calma sobre los mares y plateado sueño y correr de las ondas, que van a su reposo; y calma de la muerte en aquel noble pecho, que alienta, pero sólo con las aguas profundas.
La mañana está en calma, sin rumores; en calma, como para ofrecerse a un dolor más tranquilo; y tan sólo, chocando con las hojas marchitas, el fruto del castaño se desliza hasta el suelo.