Ultimátum, de Almudena Guzmán | Poema

    Poema en español
    Ultimátum

    ¡Oh Juan!, ¿por qué sueñas siempre rosas? 
    Ya no nos caben en la habitación, 
    esto no puede seguir así: 
    Cada día te levantas con las sábanas llenas de rosas 
    y si por casualidad hacemos el amor 
    no se conforman con quedarse quietas de mañana, no: 
    danzan las gamberras al son de los exquisitos minués que trazan 
    tus dedos al vestirme. 

    Por eso me niego a que me pongas la camisa, 
    a que me anudes el pañuelo..., 
    dime, ¿qué vas a hacer con esa encina desdentada y la camelia negra 
    que se vieron contigo cuando terminastes de dar un paseo por el 
    campo? 

    Ayer nos sorprendió un aguacero precioso 
    y como yo no llevaba gorro y sí el pelo recién lavado, 
    convertistes la gotas en diminutos paraguas de nácar, 
    yo te agradezco la gentileza de tu magia 
    pero el campo necesita agua 
    y lo dejastes blanco, tan blanco, 
    que parecía leche cuajada. 
    Menos mal que luego caíste en la cuenta del error 
    y los paraguas volaron para dejar paso 
    a tres mil nubes que se posaron dulcemente 
    en los prados, en los cerros, en los sembrados 
    para dar alegría y pan al santo campesino 
    que se hizo arrugas de un metro de profundidad por re tanto. 
    En fin, Juan, haces lo que quieres con la naturaleza 
    y a mí me irrita el no poder enfadarme nunca contigo 
    a pesar de tener motivos grandes y justificados. 

    Desde ahora te anuncio mi ultimátum: 
    una de dos, o renuncias a tu poder modificante 
    de niños que cambian pañales por barco, 
    de aceituna que, porque le da la gana, se transforma en ciruela los 
    domingos, 
    o nos mudamos a otra buhardilla 
    que tenga el suficiente espacio para meter allí todos los trastos... 
    ¡Porque mira que eres pesado! 
    Porque mira que te quiero tanto, alquimista barato.