Cavendish ha ganado la 18ª etapa del Tour de Francia 2012. Me la suda. Quedan cientos de noticias por hacer. Y yo aquí, sobándome. Muriéndome.
Anoche me visitó Andrés. Para festejar, y eso. Barceló, chuflos y una buena charla. Que nos la debíamos. Se ha pirado a las 7:00. Pero mi cerebro sigue tirado en el sofá. Disfrutando por anticipado de la bonita inacción que nos mata de gusto.
El dolor de tripa. Las mismas trabas a la hora de narrar. Todo le suena pretencioso, envasado, artificial. Debe recuperar la furia de días pasados. Entonces, las historias brotaban como pus. Removían mentalidades. Eso es lo que trata de hacer.
La yaya quería agasajar a sus invitados. Así que el yayo tuvo que hacerlo. Era un capón (gallo gigante) precioso. Las plumas negras, brillantes, el pico rojo, brillante, y los ojos de brillante fuego. Lo decapitó en la cocina.
«Me vi rodeado por una multitud enfervorecida. Los jóvenes se rasgaban las camisetas y gemían. El hielo en sus vasos, el viento en sus gargantas. Se revolcaban sobre una capa de basura de cinco dedos de espesor. Alguien había defecado en las duchas.