l curro. Las piernas me duelen cosa mala. No paran de moverse. El difusor de agua es un cabrón. Te la sirve a grado y medio. Y seguro que está envenenada. O algo peor. La subnormal de la cara taladrada me regaña. 'Oye, el otro día te mandé una noti y te fuiste sin hacerla'. (Lo que no dice es que mi turno había expirado un cuarto de hora antes). 'Ya'. 'A partir de ahora, cuando te marches sin hacer algo, avisa, para que lo haga alguien', rebuzna. 'Vale'. Me dan ganas de escupirle en la cara. Suerte que hoy me marcho y no vuelvo. Sólo me da pena por un par de compañeros. Y por la diseñadora de los ojos azules. Parece simpática.
El jefe jefazo tiene cara de mala hostia. Lleva el pelo de oreja a oreja, como lamido por un choto. Camisa azul, por dentro del pantalón, como sujeción para su barriga colgandera.
Te dicen que abras un blog. Que pienses en el lector medio. Que te asocies con una editorial online. Que compres el servicio de maquetación y de diseño de cubierta. Que spamees a tus contactos del Facebook. Que se lo cuentes al vecino.
La chusta humea a pocos metros, junto a la mierda fresca de un perro-patada. A. debe de estar al caer. Nos recogerá en un C4 rojo con corazones pintados en los empañados cristales. Ya habrá dejado a su satisfecha novia en casa. (Más me vale).