Después de Auschwitz, de Anne Sexton | Poema

    Poema en español
    Después de Auschwitz

    Ira, 
    tan negra como un gancho, 
    me sobrepasa. 
    Cada día, 
    cada nazi 
    a las ocho de la mañana tomaba un niño 
    y se lo salteaba para el desayuno 
    en su sartén. 

    Y la muerte mira como al azar 
    y se saca la mugre bajo las uñas de los dedos. 

    El hombre es malo, 
    lo digo alto. 
    El hombre es una flor 
    que debe ser quemada, 
    lo digo alto. 
    El hombre 
    es un pájaro lleno de mierda, 
    lo digo alto. 

    Y la muerte como al azar 
    y se rasca el ano. 

    El hombre con sus delitos del pie rosas, 
    con sus dedos de las manos milagrosos, 
    no es un templo 
    sino un retrete, 
    lo digo alto. 
    Que el hombre nunca más levante su taza de té. 
    Que el hombre nunca más escriba un libro. 
    Que el hombre nunca más se ponga sus zapatos. 
    Que el hombre nunca más eleve sus ojos, 
    en una noche suave de julio. 
    Nunca. Nunca. Nunca. Nunca. Nunca. 
    Digo estas cosas en alto. 

    Ruego al Señor que no me oiga. 

    After Auschwitz

    Anger, 
    as black as a hook, 
    overtakes me. 
    Each day, 
    each Nazi 
    took, at 8:00 A.M., a baby 
    and sauteed him for breakfast 
    in his frying pan. 

    And death looks on with a casual eye 
    and picks at the dirt under his fingernail. 

    Man is evil, 
    I say aloud. 
    Man is a flower 
    that should be burnt, 
    I say aloud. 
    Man 
    is a bird full of mud, 
    I say aloud. 

    And death looks on with a casual eye 
    and scratches his anus. 

    Man with his small pink toes, 
    with his miraculous fingers 
    is not a temple 
    but an outhouse, 
    I say aloud. 
    Let man never again raise his teacup. 
    Let man never again write a book. 
    Let man never again put on his shoe. 
    Let man never again raise his eyes, 
    on a soft July night. 
    Never. Never. Never. Never. Never. 
    I say those things aloud. 

    I beg the Lord not to hear.

    • “¿Quiénes son?” 
      “Ángeles caídos que no eran bastante 
      buenos para ser salvados, ni bastante malos 
      para ser perdidos”, dice la gente del pueblo. 

       
      Llegan a mi limpia hoja 
      de papel y dejan una mancha Rorschach. 
      No lo hacen por crueles, 

    • Con todas mis preguntas, 
      todas las palabras nihilistas en mi cabeza, 
      fui en busca de una respuesta, 
      en busca del otro mundo 
      que alcancé al cavar bajo tierra. 
      Crucé piedras más solemnes que predicadores, 
      traspasé raíces que pulsaban como venas 

    • Sólo una vez supe para qué servía la vida. 
      En Boston, de repente, lo entendí; 
      caminé junto al río Charles, 
      observé las luces mimetizándose, 
      todas de neón, luces estroboscópicas, abriendo 
      sus bocas como cantantes de ópera; 

    • Ira, 
      tan negra como un gancho, 
      me sobrepasa. 
      Cada día, 
      cada nazi 
      a las ocho de la mañana tomaba un niño 
      y se lo salteaba para el desayuno 
      en su sartén. 

      Y la muerte mira como al azar 
      y se saca la mugre bajo las uñas de los dedos. 

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