Romance del conde Arnaldos, de Anónimo | Poema

    Poema en español
    Romance del conde Arnaldos

    Quién hubiese tal ventura 
    sobre las aguas del mar, 
    como hubo el conde Arnaldos 
    la mañana de San Juan! 
    Con un falcón en la mano 
    la caza iba a cazar, 
    vio venir una galera 
    que a tierra quiere llegar. 
    Las velas traía de seda, 
    la ejercía de un cendal, 
    marinero que la manda 
    diciendo viene un cantar 
    que la mar ponía en calma, 
    los vientos hace amainar, 
    los peces que andan nel hondo 
    arriba los hace andar, 
    las aves que andan volando 
    nel mástil la faz posar. 
    -Galera, la mi galera, 
    Dios te me guarde de mal, 
    De los peligros del mundo 
    sobre aguas de la mar, 
    de las fustas de los moros, 
    que andaban a saltear-. 
    Allí habló el conde Arnaldos, 
    bien oiréis lo que dirá: 
    -Por Dios te ruego, marinero, 
    dígasme ora ese cantar. - 
    Respondióle el marinero, 
    tal respuesta le fue a dar: 
    -Yo no digo esta canción 
    sino a quien conmigo va. 

    «En la mayor parte de la historia, Anónimo era una mujer» Virginia Woolf

    • Un sueño soñaba anoche soñito del alma mía, 
      soñaba con mis amores, que en mis brazos los tenía. 
      Vi entrar señora tan blanca, muy más que la nieve fría. 
      -¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida? 
      Las puertas están cerradas, ventanas y celosías. 

    • —Pregonadas son las guerras 
      de Francia con Aragón, 
      ¡cómo las haré yo, triste, 
      viejo y cano, pecador! 
      ¡No reventaras, condesa, 
      por medio del corazón, 
      que me diste siete hijas, 
      y entre ellas ningún varón! 

    • ... Levantóse la casada 
      una mañana al jardín, 
      dicen que a gozar del fresco: 
      «¡Más le valiera dormir!» 
      Esperando a su galán 
      a sueño breve y sutil, 
      le ha dado amor mala noche. 
      «¡Más le valiera dormir!» 
      Sobre la madeja bella 

    • Fontefrida, Fontefrida 
      Fontefrida y con amor, 
      do todas las avecicas 
      van tomar consolación, 
      sino es la tortolica, 
      que está viuda y con dolor. 
      Por ahí fuera a pasar 
      el traidor del ruiseñor; 
      las palabras que le dice 
      llenas son de traición: 

    • -Gerineldo, Gerineldo, paje del rey más querido, 
      quién te tuviera esta noche en mi jardín florecido. 
      Válgame Dios, Gerineldo, cuerpo que tienes tan lindo. 
      -Como soy vuestro criado, señora, burláis conmigo. 
      -No me burlo, Gerineldo, que de veras te lo digo.