—El que tiene mujer moza y hermosa
¿qué busca en casa y con mujer ajena?
¿La suya es menos blanca y más morena,
o floja, fría, flaca?– No hay tal cosa.
–¿Es desgraciada?– No, sino amorosa.
–¿Es mala?– No por cierto, sino buena.
Es una Venus, es una Sirena,
un blanco lirio, una purpúrea rosa.
—Pues ¿qué busca? ¿A dó va? ¿De dónde viene?
¿Mejor que la que tiene piensa hallarla?
Ha de ser su buscar en infinito.
—No busca éste mujer, que ya la tiene.
Busca el trabajo dulce de buscalla,
que es lo que enciende al hombre el apetito.