Romance de la loba parda, de Anónimo | Poema

    Poema en español
    Romance de la loba parda

    Estando yo en la mi choza pintando la mi cayada, 
    las cabrillas altas iban y la luna rebajada; 
    mal barruntan las ovejas, no paran en la majada. 
    Vide venir siete lobos por una oscura cañada. 
    Venían echando suertes cuál entrará a la majada; 
    le tocó a una loba vieja, patituerta, cana y parda, 
    que tenía los colmillos como punta de navaja. 
    Dio tres vueltas al redil y no pudo sacar nada; 
    a la otra vuelta que dio, sacó la borrega blanca, 
    hija de la oveja churra, nieta de la orejisana, 
    la que tenían mis amos para el domingo de Pascua. 
    -¡Aquí, mis siete cachorros, aquí, perra trujillana, 
    aquí, perro el de los hierros, a correr la loba parda! 
    Si me cobráis la borrega, cenaréis leche y hogaza; 
    y si no me la cobráis, cenaréis de mi cayada. 
    Los perros tras de la loba las uñas se esmigajaban; 
    siete leguas la corrieron por unas sierras muy agrias. 
    Al subir un cotarrito la loba ya va cansada: 
    -Tomad, perros, la borrega, sana y buena como estaba. 
    -No queremos la borrega, de tu boca alobadada, 
    que queremos tu pelleja pa' el pastor una zamarra; 
    el rabo para correas, para atacarse las bragas; 
    de la cabeza un zurrón, para meter las cucharas; 
    las tripas para vihuelas para que bailen las damas. 

    «En la mayor parte de la historia, Anónimo era una mujer» Virginia Woolf

    • Estando yo en la mi choza pintando la mi cayada, 
      las cabrillas altas iban y la luna rebajada; 
      mal barruntan las ovejas, no paran en la majada. 
      Vide venir siete lobos por una oscura cañada. 
      Venían echando suertes cuál entrará a la majada; 

    • Un sueño soñaba anoche soñito del alma mía, 
      soñaba con mis amores, que en mis brazos los tenía. 
      Vi entrar señora tan blanca, muy más que la nieve fría. 
      -¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida? 
      Las puertas están cerradas, ventanas y celosías. 

    • —Pregonadas son las guerras 
      de Francia con Aragón, 
      ¡cómo las haré yo, triste, 
      viejo y cano, pecador! 
      ¡No reventaras, condesa, 
      por medio del corazón, 
      que me diste siete hijas, 
      y entre ellas ningún varón! 

    • Fontefrida, Fontefrida 
      Fontefrida y con amor, 
      do todas las avecicas 
      van tomar consolación, 
      sino es la tortolica, 
      que está viuda y con dolor. 
      Por ahí fuera a pasar 
      el traidor del ruiseñor; 
      las palabras que le dice 
      llenas son de traición: 

    • -Gerineldo, Gerineldo, paje del rey más querido, 
      quién te tuviera esta noche en mi jardín florecido. 
      Válgame Dios, Gerineldo, cuerpo que tienes tan lindo. 
      -Como soy vuestro criado, señora, burláis conmigo. 
      -No me burlo, Gerineldo, que de veras te lo digo.