Romance de Marquillos, de Anónimo | Poema

    Poema en español
    Romance de Marquillos

    ¡Cuán traidor eres, Marquillos! 
    ¡Cuán traidor de corazón! 
    Por dormir con tu señora 
    habías muerto a tu señor. 
    Desque lo tuviste muerto 
    quitástele el chapirón; 
    fuéraste al castillo fuerte 
    donde está la Blanca Flor. 
    -Ábreme, linda señora, 
    que aquí viene mi señor; 
    si no lo quieres creer, 
    veis aquí su chapirón. 
    Blanca Flor, desque lo viera, 
    las puertas luego le abrió; 
    echóle brazos al cuello, 
    allí luego la besó; 
    abrazándola y besando 
    a un palacio la metió. 
    -Marquillos, por Dios te ruego 
    que me otorgases un don: 
    que no durmieses conmigo 
    hasta que rayase el sol. 
    Marquillos, como es hidalgo, 
    el don luego le otorgó; 
    como viene tan cansado 
    en llegado se adurmió. 
    Levantóse muy ligera 
    la hermosa Blanca Flor, 
    tomara cuchillo en mano 
    y a Marquillos degolló. 

    «En la mayor parte de la historia, Anónimo era una mujer» Virginia Woolf

    • Un sueño soñaba anoche soñito del alma mía, 
      soñaba con mis amores, que en mis brazos los tenía. 
      Vi entrar señora tan blanca, muy más que la nieve fría. 
      -¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida? 
      Las puertas están cerradas, ventanas y celosías. 

    • En París está doña Alda, la esposa de don Roldán, 
      trescientas damas con ella para bien la acompañar: 
      todas visten un vestido, todas calzan un calzar, 
      todas comen a una mesa, todas comían de un pan. 
      Las ciento hilaban el oro, las ciento tejen cendal, 

    • Estando yo en la mi choza pintando la mi cayada, 
      las cabrillas altas iban y la luna rebajada; 
      mal barruntan las ovejas, no paran en la majada. 
      Vide venir siete lobos por una oscura cañada. 
      Venían echando suertes cuál entrará a la majada; 

    • ... Levantóse la casada 
      una mañana al jardín, 
      dicen que a gozar del fresco: 
      «¡Más le valiera dormir!» 
      Esperando a su galán 
      a sueño breve y sutil, 
      le ha dado amor mala noche. 
      «¡Más le valiera dormir!» 
      Sobre la madeja bella 

    • Que por mayo era, por mayo, 
      cuando hace la calor, 
      cuando los trigos encañan 
      y están los campos en flor, 
      cuando canta la calandria 
      y responde el ruiseñor, 
      cuando los enamorados 
      van a servir al amor; 
      sino yo, triste, cuitado, 

    • —Pregonadas son las guerras 
      de Francia con Aragón, 
      ¡cómo las haré yo, triste, 
      viejo y cano, pecador! 
      ¡No reventaras, condesa, 
      por medio del corazón, 
      que me diste siete hijas, 
      y entre ellas ningún varón! 

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