Romance de Rosa fresca, de Anónimo | Poema

    Poema en español
    Romance de Rosa fresca

    ¡Rosa fresca, rosa fresca, 
    tan garrida y con amor, 
    cuando yo os tuve en mis brazos, 
    non vos supe servir, non: 
    y agora que vos servía 
    non vos puedo yo haber, non! 
    - Vuestra fue la culpa, amigo, 
    vuestra fue, que mía non; 
    enviásteme una carta 
    con un vuestro servidor, 
    y, en lugar de recaudar 
    él dijera otra razón: 
    que érades casado amigo, 
    allá en tierras de León; 
    que tenéis mujer hermosa 
    e hijos como una flor. 
    - Quien vos lo dijo, señora, 
    non vos dijo verdad, non; 
    que yo nunca entré en Castilla 
    ni allá en tierras de León, 
    sino cuando era pequeño, 
    que non sabía de amor. 

    «En la mayor parte de la historia, Anónimo era una mujer» Virginia Woolf

    • Estando yo en la mi choza pintando la mi cayada, 
      las cabrillas altas iban y la luna rebajada; 
      mal barruntan las ovejas, no paran en la majada. 
      Vide venir siete lobos por una oscura cañada. 
      Venían echando suertes cuál entrará a la majada; 

    • Un sueño soñaba anoche soñito del alma mía, 
      soñaba con mis amores, que en mis brazos los tenía. 
      Vi entrar señora tan blanca, muy más que la nieve fría. 
      -¿Por dónde has entrado, amor? ¿Cómo has entrado, mi vida? 
      Las puertas están cerradas, ventanas y celosías. 

    • —Pregonadas son las guerras 
      de Francia con Aragón, 
      ¡cómo las haré yo, triste, 
      viejo y cano, pecador! 
      ¡No reventaras, condesa, 
      por medio del corazón, 
      que me diste siete hijas, 
      y entre ellas ningún varón! 

    • Fontefrida, Fontefrida 
      Fontefrida y con amor, 
      do todas las avecicas 
      van tomar consolación, 
      sino es la tortolica, 
      que está viuda y con dolor. 
      Por ahí fuera a pasar 
      el traidor del ruiseñor; 
      las palabras que le dice 
      llenas son de traición: 

    • -Gerineldo, Gerineldo, paje del rey más querido, 
      quién te tuviera esta noche en mi jardín florecido. 
      Válgame Dios, Gerineldo, cuerpo que tienes tan lindo. 
      -Como soy vuestro criado, señora, burláis conmigo. 
      -No me burlo, Gerineldo, que de veras te lo digo.