Este mundo con trenes que, al alejarse, dejan como un escalofrío recorriendo el paisaje. Este mundo con hadas y unicornios que gobiernan mi piel y viven en tus manos.
El mundo que no existe.
Hoy duermes junto a mí y brillas en la noche, estatua blanca en el jardín de un sueño.
Mañana no estarás o serás otra. Mañana, cuando mates ángeles y sirenas. Mañana, cuando quemes nuestros bosques.
Yo me esconderé en ti como un centauro herido: El último centauro, el que recuerda su mundo azul desde una gruta oscura.
Igual que ayer, hoy busco -lo dijo Juan Ramón- una verdad aún sin realidad; busco en la tinta verde de todo lo que escribo un planeta sin nombre o una jungla perdida.
La dulce vida entre la hierba verde Garcilaso de la Vega)
Hay un silencio, abajo, de estatuas destruidas. Amanece. Recuerdas el amor con su ambiente de barco amotinado, la vida como un sueño con tesoros y mapas,
Este mundo con trenes que, al alejarse, dejan como un escalofrío recorriendo el paisaje. Este mundo con hadas y unicornios que gobiernan mi piel y viven en tus manos.
Solo, en medio de todo; estar tan solo como es posible, mientras ellos vienen muy despacio, se agrupan, ponen su campamento, invaden, talan, hunden, derriban las palabras una a una, se reparten mi vida,