Solo, en medio de todo; estar tan solo como es posible, mientras ellos vienen muy despacio, se agrupan, ponen su campamento, invaden, talan, hunden, derriban las palabras una a una, se reparten mi vida, poco a poco, levantan su pared golpe a golpe.
Después se van; se marchan lentamente, pensando: -Nunca podrás huir de todo lo que has perdido.
Tal vez tengan razón. Tal vez es cierto.
Pero llega otro día, el cielo quema su cera azul encima de las casas; yo regreso de todo lo que han roto, busco entre lo que tiene su propia luz, encuentro la mirada del hombre que ha soplado unas velas, el limón que jamás es parte de la noche; ato, pongo de pie, reúno los fragmentos, me convierto en su suma.
Y todo vuelve otra vez; las palabras llegan donde yo estoy; son las palabras perfectas, las que tienen mi propia forma, ocupan cada hueco y cierran cada herida. Las palabras que valen para hacer estos versos y sentarse a esperar que regresen los bárbaros.
Igual que ayer, hoy busco -lo dijo Juan Ramón- una verdad aún sin realidad; busco en la tinta verde de todo lo que escribo un planeta sin nombre o una jungla perdida.
La dulce vida entre la hierba verde Garcilaso de la Vega)
Hay un silencio, abajo, de estatuas destruidas. Amanece. Recuerdas el amor con su ambiente de barco amotinado, la vida como un sueño con tesoros y mapas,
Este mundo con trenes que, al alejarse, dejan como un escalofrío recorriendo el paisaje. Este mundo con hadas y unicornios que gobiernan mi piel y viven en tus manos.
Solo, en medio de todo; estar tan solo como es posible, mientras ellos vienen muy despacio, se agrupan, ponen su campamento, invaden, talan, hunden, derriban las palabras una a una, se reparten mi vida,