Casa de cuervos, de Blanca Varela | Poema

    Poema en español
    Casa de cuervos

    porque te alimenté con esta realidad 
    mal cocida 
    por tantas y tan pobres flores del mal 
    por este absurdo vuelo a ras de pantano 
    ego te absolvo de mí 
    laberinto hijo mío 

    no es tuya la culpa 
    ni mía 
    pobre pequeño mío 
    del que hice este impecable retrato 
    forzando la oscuridad del día 
    párpados de miel 
    y la mejilla constelada 
    cerrada a cualquier roce 
    y la hermosísima distancia 
    de tu cuerpo 
    tu náusea es mía 
    la heredaste como heredan los peces 
    la asfixia 
    y el color de tus ojos 
    es también el color de mi ceguera 
    bajo el que sombras tejen 
    sombras y tentaciones 
    y es mía también la huella 
    de tu talón estrecho 
    de arcángel 
    apenas pasado en la entreabierta ventana 
    y nuestra 
    para siempre 
    la música extranjera 
    de los cielos batientes 
    ahora leoncillo 
    encarnación de mi amor 
    juegas con mis huesos 
    y te ocultas entre tu belleza 
    ciego sordo irredento 
    casi saciado y libre 
    con tu sangre que ya no deja lugar 
    para nada ni nadie 

    aquí me tienes como siempre 
    dispuesta a la sorpresa 
    de tus pasos 
    a todas las primaveras que inventas 
    y destruyes 
    a tenderme -nada infinita- 
    sobre el mundo 
    hierba ceniza peste fuego 
    a lo que quieras por una mirada tuya 
    que ilumine mis restos 
    porque así es este amor 
    que nada comprende 
    y nada puede 
    bebes el filtro y te duermes 
    en ese abismo lleno de ti 
    música que no ves 
    colores dichos 
    largamente explicados al silencio 
    mezclados como se mezclan los sueños 
    hasta ese torpe gris 
    que es despertar 
    en la gran palma de dios 
    calva vacía sin extremos 
    y allí te encuentras 
    sola y perdida en tu alma 
    sin más obstáculo que tu cuerpo 
    sin más puerta que tu cuerpo 
    así este amor 
    uno solo y el mismo 
    con tantos nombres 
    que a ninguno responde 
    y tú mirándome 
    como si no me conocieras 
    marchándote 
    como se va la luz del mundo 
    sin promesas 
    y otra vez este prado 
    este prado de negro fuego abandonado 
    otra vez esta casa vacía 
    que es mi cuerpo 
    a donde no has de volver