A media voz, de Blanca Varela | Poema

podría describirla 
¿tenía nariz ojos boca oídos? 
¿tenía pies cabeza? 
¿tenía extremidades? 
sólo recuerdo al animal más tierno 
llevando a cuestas 
como otra piel 
aquel halo de sucia luz 
voraces aladas 
sedientas bestezuelas 

la lentitud es belleza 
copio estas líneas ajenas 
respiro 
acepto la luz 
bajo el aire ralo de noviembre 
bajo la hierba 
sin color 
bajo el cielo cascado 
y gris 
acepto el duelo y la fiesta 
no he llegado 
no llegaré jamás 

he dejado la puerta entreabierta 
soy un animal que no se resigna a morir 

a eternidad es la oscura bisagra que cede 
un pequeño ruido en la noche de la carne 

soy la isla que avanza sostenida por la muerte 
o una ciudad ferozmente cercada por la vida 

y de pronto la vida 
en mi plato de pobre 
un magro trozo de celeste cerdo 
aquí en mi plato 

observarme 
observarte 
o matar una mosca sin malicia 
aniquilar la luz 
o hacerla 

porque te alimenté con esta realidad 
mal cocida 
por tantas y tan pobres flores del mal 
por este absurdo vuelo a ras de pantano 
ego te absolvo de mí 
laberinto hijo mío 

Es fría la luz de la memoria 
lo apenas entrevisto brilla 
con insistencia 
gira buscando el casco de botella 
o el charco de lluvia 

soñé con un perro 
con un perro desollado 
cantaba su cuerpo su cuerpo rojo silbaba 
pregunté al otro 
al que apaga la luz al carnicero 
qué ha sucedido 
por qué estamos a oscuras 

a Kafka 
 
Suficientes razones, suficientes razones para colocar primero un pie y luego otro. 
Bajo ellos, no más grande que ellos ni más pequeña, la inevitable sombra que se adelanta y voltea la esquina, a tientas.