Apenas te conozco y ya me digo: ¿Nunca sabrá que su persona exalta todo lo que hay en mí de sangre y fuego?
¡Como si fuese mucho esperar unos días -¿muchos, pocos?- porque toda esperanza parece mar del Sur, profunda, larga! Y porque siempre somos frutos de la impaciencia bosque todos. Apenas te conozco y ya arrasé ciudades, nubes y paisajes viajes, y atónito, descubro de repente que dentro estoy de la piedra presente y que en cielo aún no hay un celaje.
Cómo serán estas palabras, nuevas, cuando ya junto a ti, salgan volando y en el acento de tus manos vea el límite inefable del espacio.
Hace un momento mi madre y yo dejamos de rezar. Entré en mi alcoba y abrí la ventana. La noche se movió profundamente llena de soledad. El cielo cae sobre el jardín oscuro. Y el viento busca entre los árboles la estrella escondida de la oscuridad.
Entre todas las flores, señoras y señores, es el lirio morado la que mas me alucina. Andando una mañana solo por Palestina, algo de mi conciencia con morados colores tomó forma de flor y careció de espinas.
Volver a decir: ¡el mar! volver a decir lo que no puedo cantar sin el corazón partir. Lo que con sólo pensar la dulce lengua salé y al callar cárcel de espumas sellé. Noche de naves ancló y en mi corazón caí. Lo que desapareció,