Hace un momento mi madre y yo dejamos de rezar. Entré en mi alcoba y abrí la ventana. La noche se movió profundamente llena de soledad. El cielo cae sobre el jardín oscuro. Y el viento busca entre los árboles la estrella escondida de la oscuridad.
Entre todas las flores, señoras y señores, es el lirio morado la que mas me alucina. Andando una mañana solo por Palestina, algo de mi conciencia con morados colores tomó forma de flor y careció de espinas.
¿En qué rayo de luz, amor ausente tu ausencia se posó? Toda en mis ojos brilla la desnudez de tu presencia. Dúos de soledad dicen mis manos llenas de ácidos fríos y desgarrados horizontes.