Apenas te conozco y ya me digo: ¿Nunca sabrá que su persona exalta todo lo que hay en mí de sangre y fuego?
¡Como si fuese mucho esperar unos días -¿muchos, pocos?- porque toda esperanza parece mar del Sur, profunda, larga! Y porque siempre somos frutos de la impaciencia bosque todos. Apenas te conozco y ya arrasé ciudades, nubes y paisajes viajes, y atónito, descubro de repente que dentro estoy de la piedra presente y que en cielo aún no hay un celaje.
Cómo serán estas palabras, nuevas, cuando ya junto a ti, salgan volando y en el acento de tus manos vea el límite inefable del espacio.
¿En qué rayo de luz, amor ausente tu ausencia se posó? Toda en mis ojos brilla la desnudez de tu presencia. Dúos de soledad dicen mis manos llenas de ácidos fríos y desgarrados horizontes.
La publicación de estos dos poemas es el testimonio de una frustración: no pude escribir la Oda Tropical de acuerdo con el proyecto de hace muchos años. El primer poema no es inédito. Un sentido de secuencia me obliga a publicarlo, considerando esto necesario.
Yo leía poemas y tú estabas tan cerca de mi voz que poesía era nuestra unidad y el verso apenas la pulsación remota de la carne. Yo leía poemas de tu amor Y la belleza de los infinitos instantes, la imperante sutileza