Los grupos de palomas, notas, claves, silencios, alteraciones, modifican el ritmo de la loma. La que se sabe tornasol afina las ruedas luminosas de su cuello con mirar hacia atrás a su vecina. Le da al sol la mirada y escurre en una sola pincelada plan de vuelos a nubes campesinas.
2
La gris es una joven extranjera cuyas ropas de viaje dan aire de sorpresas al paisaje sin compradoras y sin primaveras.
3
Hay una casi negra que bebe astillas de agua en una piedra. Después se pule el pico, mira sus uñas, ve las de las otras, abre un ala y la cierra, tira un brinco y se para debajo de las rosas. El fotógrafo dice: para el jueves, señora. Un palomo amontona sus erres cabeceadas, y ella busca alfileres en el suelo que brilla por nada. Los grupos de palomas -notas, claves, silencios, alteraciones- modifican lugares de la loma.
4
La inevitablemente blanca sabe su perfección. Bebe en la fuente y se bebe a sí misma y se adelgaza cual un poco de brisa en una lente que recoge el paisaje. Es una simpleza cerca del agua. Inclina la cabeza con tal dulzura, que la escritura desfallece en una serie de sílabas maduras.
5
Corre un automóvil y las palomas vuelan. En la aritmética del vuelo, los «ochos» árabes desdóblanse y la suma es impar. Se mueve el cielo y la casa se vuelve redonda. Un viraje profundo. Regresan las palomas. notas. claves. Silencios. Alteraciones. El lápiz se descubre; se inclinan las lomas y por 20 centavos se cantan las canciones.
¿En qué rayo de luz, amor ausente tu ausencia se posó? Toda en mis ojos brilla la desnudez de tu presencia. Dúos de soledad dicen mis manos llenas de ácidos fríos y desgarrados horizontes.
La publicación de estos dos poemas es el testimonio de una frustración: no pude escribir la Oda Tropical de acuerdo con el proyecto de hace muchos años. El primer poema no es inédito. Un sentido de secuencia me obliga a publicarlo, considerando esto necesario.
Yo leía poemas y tú estabas tan cerca de mi voz que poesía era nuestra unidad y el verso apenas la pulsación remota de la carne. Yo leía poemas de tu amor Y la belleza de los infinitos instantes, la imperante sutileza