Dos guerreros se han precipitado uno sobre el otro; sus armas
han salpicado el aire con destellos y sangre.
estos juegos, estos tintineos del hierro son el estrépito
de una juventud víctima del amor plañidero.
¡Las espadas se han quebrado! como nuestra juventud,
¡Mi querida! Pero los dientes, las uñas aceradas,
vengan pronto la espada y la daga traidora.
— ¡Oh, furor de los corazones maduros por el amor ulcerados!
En el barranco frecuentado por panteras y onzas
nuestros héroes, agarrándose malamente, han rodado,
y su piel florecerá la aridez de las zarzas.
— ¡Este abismo, es el infierno, por nuestros amigos habitado!
¡Rodemos hacia él, sin remordimientos, amazona inhumana,
a fin de eternizar el ardor de nuestro odio!