Epílogo, de Charles Baudelaire | Poema

    Poema en español
    Epílogo

    A la montaña he subido, satisfecho el corazón.         
    En su amplitud, desde allí, puede verse la ciudad:         
    un purgatorio, un infierno, burdel, hospital, prisión.         

    Florece como una flor allí toda enormidad.         
    Tú ya sabes, ¡oh Satán, patrón de mi alma afligida,         
    que yo no subí a verter lágrimas de vanidad.         

    Como el viejo libertino busca a la vieja querida,         
    busqué a la enorme ramera que me embriaga como un vino,         
    que con su encanto infernal rejuvenece mi vida.         

    Ya entre las sábanas duermas de tu lecho matutino,         
    de pesadez, de catarro, de sombra, o ya te engalanes         
    con los velos de la tarde recamados de oro fino,         

    te amo, capital infame. Vosotras, ¡oh cortesanas!,         
    y vosotros, ¡oh bandidos!, brindáis a veces placeres         
    que nunca comprende el necio vulgo de gentes profanas.         

    Charles Baudelaire (París, 9 de abril de 1821 - 31 de agosto de 1867) fue poeta, traductor y crítico. Considerado el precursor del movimiento simbolista y de la poesía moderna, su vida estuvo marcada por una infancia difícil y por los excesos, lo que lo convirtió en un "poeta maldito". En 1857, tras la publicación de Las flores del mal, fue acusado por atentar contra la moral pública, por lo que seis de sus poemas no vieron la luz hasta 1949. Baudelaire es un genio de la literatura francesa, único en el dominio del ritmo y la forma, enfrentado y atraído durante toda su vida por lo divino y lo diabólico, por lo que sus poemas describen al ser humano más glorioso y más mísero a la vez. Algunas de sus obras son: Los salones (1845-1846), Los paraísos artificiales (1860), su única novela, La Fanfarlo (1847), sus diarios íntimos, Cohetes, y sus numerosas traducciones de la obra de Edgar Allan Poe.