La voz, de Charles Baudelaire | Poema

    Poema en español
    La voz

    Se encontraba mi cuna junto a la biblioteca, 
    Babel sombría, donde novela, ciencia, fábula, 
    Todo, ya polvo griego, ya ceniza latina 
    Se confundía. Yo era alto como un infolio. 
    Y dos voces me hablaban. Una, insidiosa y firme: 
    «La Tierra es un pastel colmado de dulzura; 
    Yo puedo (¡y tu placer jamás tendrá ya término!) 
    Forjarte un apetito de una grandeza igual.» 
    Y la otra: «¡Ven! ¡Oh ven! a viajar por los sueños, 
    lejos de lo posible y de lo conocido.» 
    Y ésta cantaba como el viento en las arenas, 
    Fantasma no se sabe de que parte surgido 
    Que acaricia el oído a la vez que lo espanta. 
    Yo te respondí: «¡Sí! ¡Dulce voz!» Desde entonces 
    Data lo que se puede denominar mi llaga 
    Y mi fatalidad. Detrás de los paneles 
    De la existencia inmensa, en el más negro abismo, 
    Veo, distintamente, los más extraños mundos 
    Y, víctima extasiada de mi clarividencia, 
    Arrastro en pos serpientes que mis talones muerden. 

    Y tras ese momento, igual que los profetas, 
    Con inmensa ternura amo el mar y el desierto; 
    Y sonrío en los duelos y en las fiestas sollozo 
    Y encuentro un gusto grato al más ácido vino; 
    Y los hechos, a veces, se me antojan patrañas 
    Y por mirar al cielo caigo en pozos profundos. 
    Más la voz me consuela, diciendo: «Son más bellos 
    los sueños de los locos que los del hombre sabio».

    Charles Baudelaire (París, 9 de abril de 1821 - 31 de agosto de 1867) fue poeta, traductor y crítico. Considerado el precursor del movimiento simbolista y de la poesía moderna, su vida estuvo marcada por una infancia difícil y por los excesos, lo que lo convirtió en un "poeta maldito". En 1857, tras la publicación de Las flores del mal, fue acusado por atentar contra la moral pública, por lo que seis de sus poemas no vieron la luz hasta 1949. Baudelaire es un genio de la literatura francesa, único en el dominio del ritmo y la forma, enfrentado y atraído durante toda su vida por lo divino y lo diabólico, por lo que sus poemas describen al ser humano más glorioso y más mísero a la vez. Algunas de sus obras son: Los salones (1845-1846), Los paraísos artificiales (1860), su única novela, La Fanfarlo (1847), sus diarios íntimos, Cohetes, y sus numerosas traducciones de la obra de Edgar Allan Poe.

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