Ella me llamó desde lejos,
“nunca podía discutir contigo”,
me dijo,
“siempre te ibas.
mi esposo no es así,
se me pega como plasticola.
y me golpea”.
“nunca creí en las discusiones”,
dije, “no hay nada que discutir”.
“estás equivocado”, dijo ella, “deberías
tratar de comunicarte”.
“comunicar es una palabra abusada, como
amor”, le dije.
“¿pero no crees que dos personas pueden
amar?”, preguntó.
“no si tratan de comunicarse”,
le contesté.
“estás hablando como un necio”,
dijo ella.
“estamos discutiendo”,
dije.
“no”, dijo ella, “estamos tratando de
comunicarnos”.
“me tengo que ir”, dije.
corté y descolgué el teléfono.
me quedé mirándolo.
lo que ellas no entendían era que
a veces no hay nada que salvar
excepto la reivindicación personal del
propio punto de vista
y que eso era lo que iba a causar
ese destello blanco y cegador
uno de estos días.
Charles Bukowski nació en Adernach, (1920-1994). Vivió en su infancia y adolescencia en un entorno familiar y social violento, hecho que marcaría el devenir de su posterior producción literaria. Pieza capital de la que se vino en llamar generación beat, su vida fue tan radical como las historias narradas en sus propias obras. Adicto al sexo, las drogas y el alcohol, su literatura, casi autobiográfica, es fiel reflejo de su lucha contra el aburguesamiento y la comodidad. Su realismo descarnado y lírico y su humor ácido y desencantado han influido en multitud de escritores de generaciones posteriores.